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La resiliencia. Cómo ser una persona resiliente.

Qué es la resiliencia

La resiliencia, esa gran desconocida.

La resiliencia es la capacidad que tiene el ser humano, para ante situaciones adversas y muy desfavorables, poner en marcha los mecanismos psíquicos necesarios para afrontar las circunstancias, adaptarse y salir fortalecido de esa situación.

La historia de Martina.

Recién divorciada, Martina se trasladó con su hijo a Ujué, un pequeño y precioso pueblo de apenas doscientos habitantes. Esta joya medieval, en provincia de Navarra, representaría para ambos el comienzo de una nueva vida y una nueva ilusión. Con su diploma de administrativa aún reluciente y recién estrenado, la joven madre pensó que sería sencillo encontrar trabajo.

Alquiló un pequeño apartamento en el segundo piso de un edificio antiguo y puso en marcha la siguiente etapa de su vida. Por desgracia, Martina no había previsto que el piso empezara a revelar sus defectos a las dos semanas de haberse instalado, ni que estos fueran una humedad tan grande que terminara por agravar los problemas bronquiales de su hijo. Tampoco podía suponer que a su hijo le iban a diagnosticar de autismo pocos días más tarde. Y, desde luego, no entraba en sus cálculos que unos vecinos estuvieran formando una banda de rock duro, a la cual solo podían dedicarle las mañanas de los fines de semana.

Tampoco había previsto que su ex-marido se marchara de España, y dejara de pagar la cuota por pensión alimenticia que debía pasarle todos los meses. En sus planes tampoco estaba que la despidieran del único empleo que pudo conseguir, por haberla acusado de robar dinero directamente de la caja. Mientras tanto, su compañera sonreía con la satisfacción de quien sabe que se ha salido con la suya. Por cierto, el empleo jamás fue de administrativa, sino de camarera.

 

Resiliencia: Superando las dificultades
(1) – «La mayor gloria no esta en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos». (Confucio).

 

Resiliencia: Buscando una salida.

Con tres meses de alquiler sin pagar y un menú diario que oscilaba entre los fideos y el arroz, Martina se sintió desfallecer. Nada estaba saliendo como había previsto cuando decidió volver al pueblo donde había pasado su infancia y del que tan buenos recuerdos tenía. Y en ese momento cuando estaba dispuesta a tirarlo todo por la borda se le ocurrió una idea.

Recordó el licor de cereza que su abuela hacía y lo exquisito que sabían los chocolates que le daba a escondidas de sus padres cuando la visitaba los fines de semana. Indagó en su memoria tratando de recordar los pasos seguidos por su abuela para elaborarlo.

Aprovechó que, gracias a los acordes de la banda metálica de su vecino, no podía dormir ni un minuto más allá de las seis de la mañana los sábados y domingos, y reprodujo todos los pasos del proceso con meticulosidad hasta obtener un delicioso chocolate con un tinte de tradición que determina el valor agregado de lo que elaboramos.

Primero fue el chocolate de avellana, después el de pistacho y un día se animó con el de nuez. Con la alacena de su cocina bien abastecida de chocolates, pero con escasos alimentos para comer, llegó el momento de hacer las tarjetas para promocionar la venta de su delicioso manjar. De más está decir que no había dinero para la imprenta, así que Martina hizo las tarjetas a mano, usando los lápices de colores de su hijo.

El éxito tras la perseverancia.

Han pasado dos años desde esta etapa en la vida de Martina, que muchos hubieran considerado el principio del fin, pero que, afortunadamente, la joven lo convirtió en una oportunidad. Hoy Martina maneja su propia confitería artesanal, pudo trasladarse a un piso sin humedad, pagar una terapia para su hijo y conseguir un buen colchón de ahorros para comprarse una vivienda.

¿Cómo ocurrió todo esto? ¿Fue un milagro? ¿Martina recurrió a la magia? ¿Era un ser de otro mundo?

No, nada de eso. Martina es una mujer que hizo de la vida una fiesta y se aseguró de que la resiliencia fuera su invitada de honor.

Como sobreponerse a las circunstancias adversas
(2) – «No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que te queda». (Bob Marley).

¿Qué es la resiliencia?

¿Qué es la resiliencia? Esta preciada virtud bien podría compararse con los productos que obtenían los antiguos alquimistas. Del mismo modo que esta ciencia milenaria toma un metal vil y lo transforma en oro, la resiliencia toma una situación trágica para convertirla en positiva a través de un aprendizaje.

La resiliencia consiste en rechazar el hecho de que una situación negativa nos haga daño, nos estanque o nos hunda. Muy al contrario, cuando somos resilientes, ante una circunstancia negativa hacemos aflorar toda nuestra creatividad e inventiva para salir adelante por muy traumática, desesperada o trágica que sea la situación. Sin embargo, la resiliencia no se conforma con dejar la situación atrás, sino que se encarga de que la persona que la vivió pueda aflorar de ella siendo dueña de una mejor versión de sí misma.

Como hemos visto en el caso de Martina, al quedar atrás el mal momento, la joven no se encontraba en el mismo lugar en que estaba al comenzar todo, sino que se había superado a sí misma y había logrado progresar, tanto como persona como económicamente. Y esa es la esencia de la resiliencia.

Lo que implica la resiliencia es el poder transformar la realidad que te rodea en algo que te beneficie. ¿Recuerdas cuando en tu niñez jugabas con plastilina y la moldeabas para formar los mundos que concebías en tu mente? Pues bien, la resiliencia es exactamente eso: tomar la realidad y transformarla en todo lo bueno que quieres para ti, cuando lo que te está ocurriendo es realmente malo.

No dejes que la vida te convierta en víctima.

La persona resiliente se niega a dejar que la vida la convierta en una víctima. Al contrario de ello, cual arqueólogo en busca del hallazgo que cambie el curso de su carrera, excava profundamente, pese a estar rodeado de negatividad, hasta encontrar la joya buscada, el tesoro deseado. Trabaja sin cesar hasta poder sacar lo mejor de sí mismo, para salir fortalecido de la adversidad y mejor preparado ante futuras amenazas que deba enfrentar.

Si creías que la resiliencia es una característica con la que naces, tienes toda la razón. Sin embargo, tan resiliente puede llegar a ser una persona que se propone serlo y practica los hábitos que llevan a esta virtud, como quien ya ha nacido con ese don. ¿Quieres saber cómo convertirte en resiliente? Aquí te contamos las prácticas que debes llevar a cabo para lograrlo.

El resiliente se adapta al entorno hostil
(3) – «La vida no es cuestión de tener buenas cartas, sino de jugar bien con una mano pobre». (Robert Louis Stevenson).

Los veinte hábitos de una persona resiliente.

Creatividad.

Como toda destreza, la creatividad también se puede desarrollar. No hay posible resiliencia sin ser creativos. ¿Cómo superar una crisis personal, impuesta por situaciones externas, si seguimos haciendo lo mismo y comportándonos de la misma forma? Puedes desarrollar tu creatividad de manera diaria adoptando prácticas tales como cambiar tu ruta al trabajo o cocinando un mismo alimento de formas diferentes. La idea es explorar nuevas posibilidades entre las opciones disponibles.

«La imaginación es el principio de la creación.  Imaginas lo que deseas, persigues lo que imaginas y finalmente, creas lo que persigues». (George Bernard Shaw).

 Consciencia del potencial y de las limitaciones.

Cada uno de nosotros tiene un cierto potencial, el cual puede ser más o menos grande, pero nunca es inabarcable. Debemos ser realistas y no creernos omnipotentes. Pensar que podemos hacerlo todo, solo nos llevará a la frustración, al percatarnos de que somos más limitados de lo que estábamos dispuestos a creer.

«Nuestra vida consiste en última instancia, en la aceptación de nosotros mismos como somos». (Jean Anouilh).

Transformar la dificultad es una oportunidad.

Las dificultades llegan sin pedir permiso y son inevitables. La vida está salpicada de dificultades a cada paso que damos. Pero, ante este hecho, las personas resilientes toman lo mejor de ellas para transformarlo en una nueva oportunidad. Cuando el laboratorio de Thomas Edison se incendió, el inventor dio las gracias de que sus errores quedaran atrás para así volver a construir aciertos desde cero.

«Un problema es una oportunidad para dar lo mejor que tienes». (Duke Ellington).

Autoconfianza.

Confía en ti mismo y repite para tus adentros que tú puedes, que tienes la capacidad y que lo lograrás. Desde la palabra y el convencimiento se generan las acciones.

«Tus posibilidades de éxito en cualquier proyecto siempre se puede medir por tu confianza en ti mismo». (Robert Collier).

Atención plena.

También conocida como mindfulness, la atención plena nos invita a vivir el presente. El pasado no puede ser una fuente de culpas ni el futuro debe convertirse en lo único que nos importa. Al contrario de ello, el presente es lo único de lo que disponemos para esculpir nuestra realidad y lograr el bienestar.

«Realiza cada una de tus acciones como si fuera la última de tu vida». (Marco Aurelio).

Objetividad y optimismo.

La objetividad no debe desplazar al optimismo, sino que se pueden complementar. ¿Cómo puedes ser meramente objetivo sin caer en un pesimismo lapidario? La consigna se trata de aderezar de optimismo (realista) a las situaciones que forman parte de nuestra realidad.

La autoconfianza es importante para superar dificultades
(4) – «La satisfacción radica en el esfuerzo, no en el logro, el esfuerzo total es una victoria completa». (Mahatma Gandhi).

 

Control sobre sus emociones.

Mientras que las personas que no han alcanzado la resiliencia intentan controlar la realidad (quieren cambiar las actitudes de sus hijos, lograr que su pareja cambie o modificar la postura de sus superiores), los resilientes buscan ejercer el control sobre cómo se sienten ante estas situaciones adversas.

«Cada adversidad, cada fracaso, cada angustia, lleva consigo la semilla de un beneficio igual o mayor». (Napoleón Hill).

Fomentar las buenas relaciones.

Rodéate de personas positivas y dispuestas al cambio. El pensamiento positivo es uno de los estímulos más poderosos para conseguir objetivos difíciles. Rodearte de un ambiente de personas donde reine el espíritu positivo siempre será beneficioso.

«Si tienes una actitud positiva y te esfuerzas constantemente para dar tu mejor esfuerzo, con el tiempo vas a superar tus problemas inmediatos y encontrarás que estás listo para retos mayores». (Pat Riley).

Humor ante la adversidad.

Erradica la negatividad y transita un camino diferente del pesimismo. En su lugar, emplea el humor para encontrarle la veta graciosa a lo que te ocurre. ¿Un dato? El humor negro está permitido.

«La vida es dura y si tienes la capacidad de reírte de ella tienes la capacidad de disfrutarla». (Salma Hayek).

Tender redes y relaciones para buscar ayuda.

El aislamiento no es una práctica que nos ayude a desarrollar la resiliencia, sino que nos termina convirtiendo en personas resentidas y algo rencorosas. Recibir la ayuda de los demás nos reivindica como personas merecedoras de la atención de los otros y, por ende, nos impulsa a ser solidarios nosotros mismos.

«Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos». (San Agustín).

Tenacidad.

Insistir hasta lograr las metas propuestas es el camino hacia la resiliencia. Dejarse vencer por los fracasos circunstanciales es lo que nos lleva a un estado de permanente miseria emocional. Hace ya cientos de años que el poeta latino Ovidio describió la importancia de la tenacidad:

«El goteo del agua hace un hueco en el agua, no por la fuerza, sino por la persistencia». (Ovidio).

Flexibilidad.

La resiliencia nos pide saber adaptarnos a las circunstancias. La realidad no es una sola, sino diversas circunstancias que se van modificando y que requieren que estemos a la altura de la dinámica de cambios. Es curioso ver como ya Darwin apuntó que solo las especies que se adaptan al cambio son capaces de sobrevivir.

«No sobrevive la especie más fuerte, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio». (Charles Darwin).

Búsqueda de sentido.

Viktor Frankl, psiquiatra austríaco y superviviente del holocausto, relata en su libro El hombre en busca de sentido, cómo sus compañeros de campo de concentración que cayeron en la victimización pronto fallecieron por haberse dejado envolver por la depresión. En cambio, aquellos que lograron mantener claro el sentido de la vida, se volvieron fuertes y pudieron sobrevivir a una situación tan devastadora.

«Aquel que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo». (Friedrich Nietzsche).

Colaboración y solidaridad.

Buscar exclusivamente la felicidad y la satisfacción personal por encima de todo desemboca en la tan temida depresión. Concentrarnos en nosotros mismos llega a la autosegregación, un caldo de cultivo para la ansiedad y estrés. Por lo tanto, ayudar a los demás nos obliga a ser creativos y a encontrar un sentido para nuestra existencia.

«El hombre nunca es tan feliz como cuando da felicidad a otro». (Edward George Bulwer-Lytton). 

Deja a la resiliencia entrar en tu vida
(5) – «La resiliencia es aceptar tu nueva realidad, incluso si es menos buena de la que tenías antes». (Elizabeth Edwards).

Elige tu actitud.

Es evidente que no podrás controlar lo que te sucede, pero sí eres dueño de cómo te comportas ante los estímulos externos. La resiliencia te invita a ejercer la libertad de optar por tus reacciones ante lo que te ocurre.

«Cuando una puerta de la felicidad se cierra, otra se abre; pero a menudo miramos tanto tiempo a la puerta cerrada que no vemos la que se ha abierto para nosotros». (Helen Keller).

Busca el significado.

¿Qué hay detrás de tus objetivos? ¿Por qué quieres lo que quieres? ¿Qué te aportará la profesión que eliges, la compra que haces y las relaciones que estableces? Encontrar la respuesta a esto te permitirá fortalecerte y vencer los obstáculos que se presentan en el camino de la consecución de tus metas.

«Cuando estamos motivados por lograr una meta, automáticamente nos sentimos motivados a cambiar nuestra actitud o nuestra apariencia». (Sam Owen).

Aceptar lo inevitable.

Hay situaciones en la vida que no pueden evitarse. Resultar despedido de nuestro empleo, sufrir la pérdida de un ser querido o aceptar las decisiones de las personas que nos rodean, no están bajo nuestro control. Por lo tanto, aceptar que eso es externo a nosotros es parte del proceso de adquirir la fortaleza emocional.

«Cuando un ser querido se convierte en un recuerdo, la memoria se convierte en un tesoro». (Anónimo).

Ocio productivo.

El ocio, tan necesario como peligroso si no sabemos gestionarlo, nunca puede caer en horas de aburrimiento y de improductividad. Una cosa es el descanso, mientas que otra es no hacer nada cuando deberíamos encontrarnos estudiando, formándonos, buscando la forma de superarnos y ayudando a los demás. Encontrar un objetivo es el punto de partida para transformar nuestro ocio en actividades para nuestro beneficio emocional.

“El sabio uso del ocio es un producto de la civilización y de la educación.” (Bertrand Russell).

Dejar de culpar a los demás de tus fallos y actitudes.

La resiliencia llega para derribar el paradigma de “mis padres tienen la culpa” o de “tú te lo has buscado.” Esta virtud nos hace responsables de forma directa de todo lo que hacemos. No estamos autorizados a dañar a otras personas, ni a nosotros mismos, debido a que hemos sido “víctimas” de una infancia traumática o haber pertenecido a una familia disfuncional. Nadie tiene el poder de llevarnos a actuar de una u otra manera. Somos nosotros mismos los únicos responsables al respecto.

«La vergüenza de confesar el primer error, hace cometer muchos otros». (Jean de la Fontaine).

Date la oportunidad de ser un resiliente
(6) – «Cáete siete veces. Levántate ocho». (Antiguo proverbio japonés).

Muéstrate dispuesto a fracasar.

La resiliencia exige tomar riesgos y en cada uno de ellos se encuentra latente la posibilidad de fracasar. Debemos estar dispuestos a afrontar ese posible fracaso y, en caso de que ocurra, de transformarlo en una oportunidad. Partimos de la base que la resiliencia es lo que nos permitirá superar los pesares y los fracasos, por ende, debemos dejar la puerta abierta para que estos entren en nuestra vida. De lo contrario, nos encerraremos en una burbuja de irrealidad.

«El fracaso es el condimento que da sabor al éxito». (Truman Capote ).

Como hemos visto, la resiliencia es la cualidad que nos permite darnos cuenta de que la vida no es un cuento de hadas, pero también es la virtud que nos da la pluma y la tinta para crear y escribir nuestro propio final. Cómo de feliz o trágico sea el desenlace, dependerá de todo lo que hayamos hecho durante las aventuras en las que nos vemos involucrados en cada capítulo de nuestra vida.


Autor.

Gerardo Castaño Recuero

Gerardo Castaño Recuero trabaja como psicólogo y psicoterapeuta en el Centro “Nuestro Psicólogo en Madrid”. Ha estudiado Psicología en la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. Posee el título de Máster en “Terapia Focalizada en las Emociones” (TFE). Ha realizado el curso Master de “Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica”.


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Gerardo Castaño Recuero trabaja como psicólogo y psicoterapeuta en "Nuestro Psicólogo en Madrid". Ha estudiado Psicología en la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid y también ha cursado dos Máster, uno sobre Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica y otro sobre TFE: Terapia Focalizada en las Emociones.