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Fobias Infantiles: Lo que necesitas saber sobre las fobias en la infancia.

    Fobias infantiles: Miedo a la oscuridad

    Todo lo que querías saber acerca de las fobias infantiles.

    La oscuridad, los insectos, los perros, los monstruos… todos estos elementos forman parte del colectivo popular en el universo de los miedos durante la primera infancia. A este tipo de temor de carácter universal lo denominamos miedo adaptativo.

    Estos temores forman parte del proceso evolutivo del niño y resultan necesarios para protegerlo de los verdaderos peligros que se ciernen sobre los más pequeños. Por otra parte, el miedo tiene una ventaja muy significativa, la cual consiste en detonar en el niño la génesis de las habilidades que le permitirán afrontar situaciones que implican estrés y angustia.

    Sin embargo, cuando el temor adquiere una dimensión desproporcionada y no hay ninguna justificación racional que lo respalde, entonces se entra en el terreno de las fobias. Otra característica de las fobias es que se encuentran desfasadas con la edad del niño que las padece, además de influir de manera negativa en su vida, al contrario de lo que ocurre con los miedos adaptativos.

    Criterios para diferenciar el miedo adaptativo de una fobia.

    Para comenzar a hablar de fobias propiamente dichas, primero las diferenciaremos de los miedos adaptativos, que son parte de la evolución natural infantil. A tales efectos existen seis señales que nos indican que estamos ante la presencia de una fobia, que siempre tiene un carácter irracional:

    • Reacción: Existe una intensa reacción del niño fóbico, acompañada de una fuerte ansiedad, ante la presencia de lo que provoca su temor (objeto fóbico). Es entonces, cuando suelen darse episodios de gritos, llantos y de aferrarse a la persona que esté con ellos en ese momento.
    • Inmediatez: apenas aparece el objeto o animal que genera la fobia, se desencadena la reacción.
    • Desproporción: la forma de reaccionar es desmedida, ya que demuestra un miedo muy superior al daño que el elemento que genera la fobia podría causarle. Las explicaciones y razonamientos no disminuyen nuca la intensidad desmesurada del miedo.
    • Huida: el niño tiende a evitar los lugares en los que puede aparecer el elemento que le produce la fobia. Al mismo tiempo, se genera una reacción para huir del lugar en el que aparece el detonante de la fobia (el objeto fóbico).
    • Alteraciones en la rutina: esta es una de las señales más graves de las fobias, ya que entra en el plano de lo que serían las consecuencias del trastorno fóbico. Se trata de las alteraciones que se producen en la vida cotidiana del niño para evitar tener un encuentro con lo que le produce el temor tan desmedido. Por ejemplo, si tiene miedo a las arañas, podría evitar ir a campamentos escolares o incluso a un parque, para así prevenir el encuentro con los arácnidos.
    • Sostenidas en el tiempo: El miedo irracional se mantiene en el tiempo. Por lo tanto, no se puede hablar de fobia cuando la reacción, incluso desmedida, se generó a raíz de un susto momentáneo.
    Fobias infantiles. Miedo a las arañas o aracnofobia.
    Una de las fobias infantiles más comunes es la aracnofobia. (1)

    ¿Cómo se clasifican las fobias?

    Además de existir una clasificación por tipos de fobia de acuerdo a sus características específicas en cuanto a las manifestaciones de éstas, tenemos la clasificación propuesta por el Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales (DSM-IV-R), el cual las cataloga de la siguiente manera:

    • Tipo animal: es la fobia que aparece ante determinados animales, insectos, coleópteros o arácnidos.
    • El tipo ambiental: en este grupo entran las fobias a las tormentas (brontofobia), al agua de mar y a cualquier situación climatológica o geográfica.
    • Tipo sangre-inyecciones-daño: es la fobia que aparece al ver sangre (hematofobia) o a someterse a intervenciones médicas invasivas, siendo la más clásica de todas la que requiere la intervención de agujas (belonefobia). La respuesta más común ante esta fobia es el síncope o desmayo.
    • Tipo situacional: se le tema a una situación específica, tal como puede ser viajar en ómnibus, volar en avión (aerofobia) o encontrarse en lugares cerrados (claustrofobia).
    • Otros tipos: en estos casos el miedo es a sufrir un accidente mientras se ingieren alimentos, tal como ocurre en un caso de ahogo o atragantamiento. Otra fobia común dentro de esta categoría es la que hace sentir miedo de los espacios muy abiertos, ya que la persona tiene miedo de caerse ante la ausencia de paredes a su alrededor (no confundir con la agorafobia). Muy peculiar es el miedo irracional a los payasos o coulrofobia.

    Tipos de fobias según sus características específicas.

    • Fobia específica: es cuando un objeto o una situación puntual produce un intenso miedo. El niño suele reaccionar de igual forma y con la misma intensidad cada vez que es expuesto al elemento detonante de la fobia.
    • Trastorno de ansiedad por separación: el hecho de tener que separarse, incluso por un corto período de tiempo, de las personas que ama, genera en el niño una intensa sensación de ansiedad y angustia. Suele deberse a apegos fuertes, pero también a características de la personalidad.
    • Mutismo selectivo: se caracteriza por la imposibilidad de hablar ante determinadas situaciones. Son ciertos factores los que paralizan al niño en lo que al habla respecta. Sin embargo, cuando sale de esa situación angustiante, verbaliza y se expresa con total naturalidad.
    • Fobia social: el niño teme encontrarse en una situación social, tal como puede ser una fiesta, una clase o un evento, ya que siente que lo miran de forma constante con la intención de juzgarlo.
    • Ansiedad por reincorporación: es el miedo o temor que se siente cuando se produce un reintegro a una actividad que había cesado por un período de algunos meses. Es decir, cuando se genera la reincorporación a una rutina que se había abandonado tiempo atrás. Si bien puede ocurrir cuando el niño vuelve a la escuela después de una enfermedad o después del período de vacaciones, no se trata de la fobia escolar, ya que esta última es específica hacia el ámbito escolar y no depende del tiempo en el que se haya estado allí por última vez.
    • Fobia escolar: Se manifiesta en forma de una angustia severa a asistir a la escuela, así como también por comportamientos que atentan contra su propio bienestar en la escuela. Si bien el bullying puede ser uno de las situaciones que generen esta fobia, también entran en juego otros factores como la intolerancia a la frustración o la dificultad para relacionarse.  El niño con fobia escolar no suele ser víctima de maltrato por parte de sus compañeros, sino que experimenta un miedo irracional a que el bullying u otro problema, ocurra.
    El bullying puede ocasionar fobia escolar
    El bullying puede acabar originando una fobia escolar. (2)

    Consecuencias de las fobias infantiles

    • Dificultades de aprendizaje
    • Dificultad para desarrollar su vida social
    • Problemas de adaptación
    • Aislamiento

    Además de representar un potencial riesgo para el niño, las fobias infantiles pueden hacer estragos en la familia. Esto se debe a que, con toda su buena voluntad, los padres llevarán a cabo intentos para que su hijo deje de experimentar este sufrimiento. No obstante, las técnicas usadas por éstos suelen tener el efecto contrario al deseado.

    Por un lado, pueden ignorar las manifestaciones de angustia de su hijo. Esta es una actitud que no ayudará a que la fobia desaparezca. Por otro lado, pueden hacer todo lo posible para que supere esa fobia, para lo cual usarán razonamientos que para el niño no significarán alivio alguno. De esto se deriva que la asistencia psicológica sea ineludible cuando buscamos que nuestro hijo supere las fobias.

    Origen de las fobias infantiles

    Existen varios factores que pueden terminar por convertirse en la causa de las fobias de los más pequeños. Los más comunes son los siguientes:

    • Experimentación: la causa más común y directa de las fobias es el haber experimentado una situación traumática o muy desagradable con el objeto o situación causante de la fobia. Por ejemplo, si el niño fue mordido por un perro, es muy probable que desarrolle una fuerte fobia hacia dicho animal.
    • Testigo: esta causa es un poco más indirecta que la anterior, pero el hecho de experimentar el trauma a través de su rol como testigo, puede generarle una fobia y hacerle creer que va a convertirse en la próxima víctima ante una situación semejante. Esta causa se da mucho a nivel de fobia escolar, en donde el niño ve el sufrimiento de los compañeros que son víctimas de acoso por parte de otro grupo de niños, y entonces se gesta en ellos un miedo desmedido a terminar padeciendo el mismo problema.
    • Refuerzo positivo: de manera involuntaria, los padres y la familia más cercana del niño que padece fobia terminan convirtiéndose en los responsables de que ésta aparezca. Esto ocurre cuando el pequeño recibe atención o compensaciones en el momento de manifestarse la fobia. Por lo tanto, siente que le produce más ganancia tenerla que perderla, de modo que apelará a las manifestaciones de su fobia para obtener atención y hasta algún regalo para compensar el mal rato.
    • Personalidad: esta causa es intrínseca al niño y nada tiene que ver con su entorno, ya que se trata de su propia personalidad. Los rasgos que pueden hacer que el niño desarrolle una fobia son, entre otros, las dificultades para sociabilizar y la poca tolerancia a la frustración. Las fobias derivadas de trastornos en la personalidad son tan tratables como las demás.
    El miedo a los perros es otra de las fobias infantiles más frecuentes.
    Una vivencia traumática puede acabar desencadenando una fobia infantil. (3)

    Tratamientos para las fobias

    Las fobias pueden ser abordadas desde una doble vertiente:

    Tratamiento médico.

    La opción médica la lleva a cabo un médico psiquiatra a través de la medicación. Se emplea en niños mayores de seis años. Por otra parte, es beneficioso si se lo incorpora como refuerzo de la terapia, pero no conviene convertirlo en la terapia en sí misma. Los medicamentos a utilizar forman parte del grupo de los ansiolíticos o de los antidepresivos. Como todo fármaco, también presentan efectos secundarios, en especial los ansiolíticos, razón por la cual se suelen prescribir en mayor medida los antidepresivos, sobre todo de la familia de los ISSR (Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina).

    Psicoterapia.

    En el ámbito de la psicoterapia, existen diversas alternativas para abordar un caso de fobia infantil. Antes de decantarse por una técnica, el psicoterapeuta hará un análisis exhaustivo del niño y determinará de dónde proviene su fobia, qué factores la desencadenan y qué es lo que hace que el miedo pueda ser controlado en ocasiones. Una vez su análisis esté completo, decidirá la mejor terapia y diseñará un plan personalizado para abordar su caso. Los pasos comunes a todo tratamiento antes de ser personalizado son:

    • Refuerzo positivo: se trata de animar y alentar al niño mediante el refuerzo positivo, de acercarse al elemento que le produce fobia. Con esto se aumentan las posibilidades de que la conducta de acercamiento se repita.
    • Procedimiento de exposición: mediante la exposición al agente que produce la fobia, el cuerpo va perdiendo su estado de alerta y el miedo se va desdibujando. Esto se debe en gran medida a que el niño empieza a desarrollar las estrategias necesarias para afrontar al elemento detonante de la fobia sin perder el control.

    ¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a su hijo a enfrentar sus fobias?

    Existen muchas medidas que los padres pueden tomar desde casa para que su hijo vaya superando la fobia poco a poco:

    Alentarlo a exponerse: siempre desde el cariño y respetando su voluntad, sus tiempos y su espacio, alentarlo a entrar en contacto con el elemento que le produce fobia lo ayudará a darse cuenta de que es mucho más estresante y angustiante lo que cree que le sucederá, que lo que le sucederá en realidad. Por ejemplo, si le tiene miedo a la oscuridad, podemos ayudarlo a estar en ella y que compruebe que nada le ocurrirá. Al principio estaremos a su lado y lo reconfortaremos, para poco a poco irlo dejando ganar su autonomía en las áreas sin luz.

    Miedo a los payasos o coulrofobia
    El miedo a los payasos o coulrofobia es una fobia infantil frecuente. (4)

    No facilitar la evasión: evadir es la forma más fácil de no enfrentar la fobia, pero con el inconveniente de no superarla nunca. Por eso se aconseja estimularlo para que se quede en el lugar y se percate de que nada le ocurrirá. Ofrecerle quedarnos a su lado es mucho mejor que abrirle la puerta para que se vaya del lugar y así nunca enfrente aquello a lo que le teme.

    Nunca reírnos de su miedo: es común que los adultos adopten una actitud burlona hacia los miedos de sus hijos. No lo hacen con mala intención, pues piensan qué al tomar esta actitud, su hijo se retractará de su fobia, tal como si fuera algo que pudiera controlar. Sin embargo, al hacer esto, el pequeño se siente ridiculizado y, además de una fobia, cargará a sus espaldas un nuevo problema: la inseguridad en sí mismo y en el ambiente que lo rodea.

    Conclusión.

    Manejar la fobia de un hijo no es nada sencillo. Encontrar el punto justo entre la contención y el aliento a que la enfrente es caminar en la cuerda floja. Sin embargo, siempre hay que intentarlo e ir probando nuevas técnicas, ya que quien busca resultados diferentes, debe dejar de hacer siempre lo mismo.

     


    Autor.

    Gerardo Castaño Recuero

    Gerardo Castaño Recuero trabaja como psicólogo y psicoterapeuta en el Centro “Nuestro Psicólogo en Madrid”. Ha estudiado Psicología en la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. Posee el título de Máster en “Terapia Focalizada en las Emociones” (TFE). Ha realizado el curso Master de “Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica”.


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