La resolución de conflictos implica poner en marcha una serie de medidas de naturaleza pacífica para terminar con el enfrentamiento entre dos o más personas. Cuando se habla de conflicto y cooperación siempre se habla de las interacciones (positivas o negativas) que se dan entre los miembros de un determinado grupo. Las relaciones intergrupales pueden expresarse, por tanto, mediante formas de interacción social deseables o indeseables. En las relaciones intergrupales son importantes la identidad, interdependencia y estructura que cada grupo posee. Estas definirán de manera significativa las posibles relaciones que podrán establecerse entre dichos grupos. La posibilidad de colaboración y los conflictos surgirán más o menos frecuentemente dependiendo de cómo estén conformados.
En el siguiente artículo se abordarán las diferentes variables que influyen en la cooperación y resolución de conflictos grupales. Se verá el papel que los prejuicios, etiquetas, identidades… poseen a la hora de que surjan problemas y las estrategias que pueden usarse para reducirlos.
Identidad: nosotros ellos.
Una de las variables relevantes de la identidad es el “nosotros” vs. “ellos”. Es decir, el sentimiento de pertenencia a un grupo nos dota de identidad y nos hace “diferentes” ante los demás.
«Cuanta más afiliación sintamos hacia nuestro grupo más peso tendrá en nuestra identidad personal».
Identificamos así rápidamente quién forma parte de nuestro entorno/contexto y quién no. Esta categorización acentúa las diferencias entre grupos y es ahí donde surgen los estereotipos. Campbell estudió las condiciones en las que resulta más probable que un conjunto heterogéneo de personas puedan identificarse como una “entidad social” unitaria. Esto es, como miembros de un mismo grupo o categoría. Estas condiciones serían:
-La proximidad física: Nos sentimos más identificados con aquellos con los que tenemos una relación cotidiana.
-La semejanza de atributos (físicos, psicológicos, ideológicos…): Cuanto más nos parezcamos, más identificados nos sentiremos con el que forma parte del grupo.
-Destino o propósito común: Si tenemos objetivos compartidos, es más fácil que se dé la identidad de grupo ya que habrá facilidad para colaborar y llegar a metas y objetivos comunes.
Las personas que pertenecen a una misma categoría/grupo social son percibidas como más semejantes entre sí. La contraparte es que las diferencias con respecto a los miembros de otros grupos se maximizan. Como consecuencia, aparece el fenómeno del favoritismo endogrupal. Esto se refiere a que preferimos a la gente de nuestro grupo porque “son los nuestros”. Se parecen a nosotros, nos sentimos identificados con ellos y el sentimiento de unión se potencia. Puede dar lugar a fenómenos como el etnocentrismo: cuando creemos que nuestra cultura, nación, sociedad… es superior y dicha actitud influye en la conducta de los miembros del grupo para con los demás. Es un elemento muy importante en las relaciones interculturales, pues muchas veces genera diferenciación y conflicto.
(1) – La pertenencia a un grupo nos hace diferente a los demás
Rechazo al exogrupo: los prejuicios.
El favoritismo endogrupal es una tendencia natural, sí, pero no tiene necesariamente que llevar al rechazo y el prejuicio. Cuando las emociones “negativas” (miedo, odio, repulsa…) envuelven las relaciones intergrupales, ahí surgen los problemas. Cuando aparecen esos sentimientos hacia el exogrupo suele ser más probable que haya un trato hostil y de rechazo.
«Fundamentalmente la emoción que desencadena estas conductas es el miedo hacia el otro».
No sólo tiene por qué haber un desacuerdo puramente ideológico, con que haya esa desconfianza y miedo surge el conflicto. Lo que importa es si el endogrupo acaba vinculando las emociones y relaciones conflictivas, hostiles, violentas… con el exogrupo.
Existen una serie de sesgos intergrupales que influyen a la hora de construir la imagen de otros grupos. Esto repercute en varios aspectos relacionales:
-Conductual: Discriminación del otro grupo. Se trata al que es diferente de manera diferencial y negativa.
-Actitudinal: Opinión preconcebida que tenemos sobre el otro, da igual si está vinculada (o no) a la realidad. Aquí es donde se habla de prejuicios.
-Cognitivo: El estereotipo es el resultado de la imagen cerrada, limitada y escueta del otro grupo.
-Evaluativo (o emocional): Son las evaluaciones y respuestas emocionales negativas hacia los que son externos al grupo.
Estrategias sociocognitivas para la resolución de conflictos o su minimización.
«Las técnicas sociocognitivas sirven para promover la integración de colectivos»
Se ha apelado al componente de la identidad grupal para acabar con estos conflictos. Las técnicas sociocognitivas sirven para promover la integración de colectivos que están sufriendo algún tipo de discriminación. Estas son algunas de estas estrategias:
-Individuación o descategorización: Redefinir, diferenciar y personalizar a los miembros de un grupo prejuiciado como individuos particulares con características y opiniones propias. Se intenta desactivar la categoría grupal y que se vea a la persona como un individuo, no como “un miembro de un grupo concreto”. Se debe hacer de manera sistemática y continua con varios miembros del grupo para que surta efecto a largo plazo.
-Recategorización: Se empieza a pensar con una perspectiva más amplia en términos de una categoría inclusiva supraordenada capaz de ensombrecer el “ellos” y el “nosotros”. Se apela a una sola etiqueta que englobe a todo el mundo. Es decir, que se intenta generar una categoría en la cual quepamos los todos los grupos (ej: “solo hay una raza, la raza humana”). Nos dirigimos del nivel categorial al supraordenado.
–Categorización cruzada: El potencial de discriminación y conflicto intergrupal suele ser mucho menor en estructuras sociales con criterios de categorización múltiples y variados (origen étnico, confesión religiosa, clase social, ocupación, lugar de residencia, orientación política, etc.) y donde las formas de identidad social se entrecruzan. Es decir, cuando a un sujeto se le ve como parte de varios grupos, no sólo uno.
(2) – Estrategias para la resolución de conflictos
En este caso se crean dos dimensiones: Una donde los miembros de diferentes grupos se parecen (ej. “compartimos el mismo idioma…) y otra donde no lo hacen (ej. …y somos de países distintos”). Es un factor que tiene ciertos componentes compartidos y otros no (si usáramos una etiqueta global estaríamos en el punto anterior). No es útil para el caso utilizar categorías irrelevantes (ej: guapos-feos, rubios-morenos, etc.).
Interdependencia.
¿En qué medida los grupos en conflicto dependen de la consecución de sus objetivos? Si dependen los unos de los otros existe interdependencia, y si no, serán independientes. En el primer caso lo que haga uno afecta el resultado del otro y en el segundo, no. Esta interdependencia puede ser positiva (los grupos consiguen lo mismo si colaboran) o negativa (si un grupo consigue su objetivo el otro no puede hacerlo). En este último caso se compite por unos recursos valiosos y escasos. Normalmente, a mayor interdependencia, mayor interacción (ya sea positiva o negativa).
Existe un experimento, el de “La cueva del ladrón” donde se puso a prueba la influencia de la interdependencia:
Primero se formaron y consolidaron dos grupos, los cuales se dividieron para realizar distintas tareas. En las actividades competitivas se produjo un aumento de la solidaridad endogrupal. Sin embargo, los prejuicios, conflictos, hostilidades… hacia los miembros del exogrupo aumentaron. Además se vio que el contacto entre los grupos no produce por sí solo una reducción de la tensión previamente creada entre ellos. Se hace necesario implementar “metas supraordenadas/extraordinarias/supraordinales” para reducir el conflicto. Es decir, conseguir un objetivo común relevante para ambos grupos.
Cuando grupos en un estado de conflicto entran en contacto en condiciones que entrañan metas que son atractivas para los grupos en cuestión, pero que no puede lograr un solo grupo con sus esfuerzos y recursos, los grupos tenderán a cooperar con miras a esta meta supra-ordenada (extraordinaria). La cooperación entre los grupos a la vista de metas extraordinarias tendrá un efecto acumulativo hacia la reducción de la tensión y de la distancia social entre ellos, transformando los prejuicios, actitudes y conductas hostiles y reduciendo la posibilidad de futuros conflictos entre ellos.
Teoría realista del conflicto (Sherif).
Las relaciones intergrupales pueden ser cooperativas o competitivas e incluso hostiles en función de si los intereses que los grupos persiguen se reconocen como incompatibles o compatibles. A veces este criterio de no es objetivo, sino que se basa en la percepción de ambos grupos. Muchos conflictos y disputas que surgen suelen implicar controlar alguna clase de recursos materiales escasos y valiosos.
(3) – Muchos conflictos surgen por la posesión de un objeto
Los prejuicios y estereotipos negativos alimentan poderosamente la animadversión y las hostilidades entre los grupos enfrentados. Pero no preceden necesariamente al conflicto, no es imprescindible. Los prejuicios y estereotipos más bien son una consecuencia del conflicto. Las cuestiones de identidad no tienen por qué ser una causa de disputas, estas más bien serán las consecuencias de un etiquetado rígido, distorsionado, hostil… de aquellos que no forman parte del grupo. Eliminar conductas y actitudes destructivas sólo será posible cuando el propio conflicto desaparezca. Ahora, la categorización en sí no es mala, sino más bien el significado que se le den a estas categorías puede serlo.
«Los prejuicios y estereotipos más bien son una consecuencia del conflicto».
Esta teoría tiene implícita la idea de que el conflicto es negativo, malo. Hemos comentado que el conflicto se asocia con situaciones de interdependencia negativa (los intereses de un grupo son incompatibles con los de otro). Esto se plantea porque conflicto equivale a competir, tener actitudes y comportamientos hostiles… Pero no tiene que ser así necesariamente. El conflicto puede tener funciones constructivas. Por ejemplo, pueden surgir nuevas soluciones, alianzas, metas… a raíz de que los grupos entren en conflicto e intenten solucionarlo. Lo importante no es el conflicto en sí, sino cómo se gestiona. Siempre van a existir conflictos, es imposible no tenerlos. Pero estos no tienen necesariamente que generar hostilidad o daño.
Teoría de Lewin.
Según Lewin, las probabilidades con las que se puede dar un conflicto escalan proporcionalmente con el nivel de tensión. La tensión sería la diferencia entre los objetivos que deseamos alcanzar y el camino que aún nos queda por recorrer. Es decir, el estado actual de la persona con respecto a la meta. Esta tensión nos moviliza para alcanzar los esperados objetivos. No obstante, cuanto mayor es la tensión existente, mayor probabilidad de conflicto con otros grupos. Los elementos que intervienen a que aumente/disminuya la tensión son:
- Grado en que las necesidades están satisfechas: Cuando las necesidades de una persona o un grupo no están cubiertas, esto genera tensión. Existe una motivación alta para satisfacer dichas carencias. No nuestras necesidades básicas cubiertas (comida, agua, refugio, salud mental, física…), añadimos tensión al sistema, sobre todo si “es por culpa” del exogrupo.
- Cantidad de espacio de movimiento libre de que se dispone: Un espacio reducido conduce a un alto nivel de tensión. La necesidad de espacio físico, de libertad, es fundamental. El conflicto se da con mayor frecuencia en lugares de hacinamiento.
- Posibilidad de abandonar una situación desagradable o insatisfactoria: Si estamos en una situación desagradable y no podemos salir de ella, aumenta la probabilidad de que haya conflicto.
- En el contexto grupal, el conflicto depende del grado en que:
- Las metas de los miembros del grupo son incompatibles.
- Se considera el punto de vista de la otra persona. Si dentro del endogrupo hay varias metas y estas son incompatibles entre sí, aumentamos la tensión. Esto también puede aplicarse cuando se trata de varios grupos compitiendo.
(4) – A mayor tensión existente, mayor posibilidad de conflicto.
Todos estos factores no son cuestión de todo o nada. Suponen más bien una cuestión de grados donde el nivel de tensión va aumentando o disminuyendo.
Motivos subyacentes de los conflictos.
Los motivos que subyacen al conflicto son muy relevantes. Existen diferencias entre motivaciones basadas en intereses, valores o necesidades:
-Intereses: Son aspiraciones y deseos de origen material (ej. recursos naturales) o inmaterial (ej. poder político, económico…) que pueden variar con las circunstancias. Estos intereses suelen variar dependiendo del contexto que rodea a las sociedades. Por ejemplo, si la tecnología avanza, un país puede interesarse por obtener materiales para hacer móviles, ordenadores… Pero los conflictos que surgen de los intereses suelen ser más fáciles de gestionar que otros a través de acuerdos. A través de estrategias de cooperación, concesiones mutuas, negociaciones… los grupos pueden sacar beneficios sin que haya necesariamente hostilidades. En general resulta más sencillo encontrar intereses que buscar valores comunes.
-Valores: Son motivos sociales, culturalmente arraigados, vinculados a la identidad y creencias. Cambian muy lentamente y guían cómo interpretamos el mundo de una manera determinada. Los valores complican bastante la resolución negociada o rápida a los conflictos. En ocasiones se apela a la idea del respeto para solucionar problemas. Esto es, que los valores de determinado grupo no impidan los derechos humanos. Pero hay muchas ocasiones en que es difícil encontrar dichos valores comunes.
«Los valores complican bastante la resolución negociada o rápida a los conflictos».
– Necesidades: Son motivos universales e innatos cuya satisfacción resulta imprescindible para la supervivencia y el desarrollo de la especie, las sociedades, los individuos y los grupos. Su origen es tanto biológico como psicológico. Por ejemplo, hay necesidades vinculadas a la socialización, seguridad, identidad, reconocimiento y participación social, etc. Si estas necesidades no están satisfechas surgen problemas, como se ha mencionado anteriormente. Las necesidades son innegociables, ya que sin estas no se puede sobrevivir o se “malvive”. Si existe una amenaza a esas necesidades, los grupos se implican para satisfacerlas, lo que da lugar a conflictos intensos, prolongados y destructivos.
Conclusiones.
Entender las variables que afectan en el conflicto grupal requiere un exhaustivo y profundo estudio. El conflicto muchas veces es inevitable, pero el cómo se afronte es crucial para reducir el impacto negativo que pueda llegar a tener.
(5) – Los conflictos grupales requieren un exhaustivo estudio
La psicología social se ha encargado de investigar este fenómeno y ha puesto en marcha estrategias para resolverlos. Los estereotipos, actitudes, intereses, necesidades, valores… de cada grupo les llevan a la movilización y a competir con otros que desean lo mismo. A pesar de la dificultad que entraña, llegar a entendimientos comunes, analizar el contexto de cada sociedad y minimizar las actitudes negativas o prejuicios existentes es importante para evitar las hostilidades y llegar al fin a un acuerdo mutuo.
Referencias bibliográficas.
- Abarca, A. B., Caballero, A., y de la Corte, L. (2005). Psicología de los grupos. Pearson Educación.
Autora.
Sofía Rodríguez Pantoja es Graduada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha cursado el Máster en Psicología General Sanitaria y el Máster en Psicoterapia Humanista Experiencial y en Terapia Focalizada en la Emoción en la Universidad Pontificia de Comillas. Fue voluntaria en el Centro Joven de Atención a la Sexualidad en Madrid (CJAS Madrid). Actualmente está cursando el Experto en Clínica e Intervención en Trauma con EMDR en la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (SEMPyP).
Twitter: @Sofia_psico.
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