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El Síndrome de Noé

Síndrome de Noé

El síndrome de Noé es un trastorno psicológico caracterizado por la acumulación de animales. También es conocido como «Trastorno psicológico por acumulación de animales. Quienes sufren dicho trastorno no suelen ser conscientes de su patología y, en muchas ocasiones, su entorno encuentra su conducta excesivamente altruista, más propia de un amante desmedido de los animales que de una persona con un problema psicológico que puede causar graves perjuicios a sus mascotas y a sí misma debido a sus condiciones de vida.

¿Qué es el síndrome de Noé?

El síndrome de Noé es un desorden psiquiátrico que consiste en acumular un gran número de animales, normalmente perros y gatos, sin proporcionarles los cuidados necesarios para su bienestar. De esta manera, los animales suelen encontrarse mal alimentados, con problemas de salud y una higiene escasa o nula.

«El síndrome de Noé es como se conoce popularmente al trastorno psicológico por acumulación de animales».

Actualmente, apenas existen estudios sobre la prevalencia de dicho síndrome. De hecho, en el año 2014, el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) publicó el primer estudio español -y uno de los primeros europeos- que aporta datos sobre el síndrome de Noé. No obstante, la Asociación Nacional Amigos de los Animales ha informado de la existencia de casos en España, aunque no hay datos precisos en Europa.

Síndrome de Noé y trastorno obsesivo-compulsivo.

Por otra parte, este problema psicológico guarda relación con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), ya que implica la acumulación patológica y obsesiva de animales. En este sentido, es importante destacar que, aunque se trata de una forma de maltrato animal, las personas que padecen este síndrome no lo perciben como tal, pues creen que están dándoles una oportunidad a los animales, ya que consideran que vivirían en peores condiciones si fueran callejeros.

Tanto es así que, a pesar de no contar con los recursos necesarios para atender a los animales, tampoco se sienten capaces de dar a las mascotas en adopción debido a su vinculación emocional con el animal. De hecho, en el estudio español referido anteriormente, la media de animales por persona fue de 50, desde un mínimo de 9 hasta un máximo de 159 animales por persona.

De esta manera, este síndrome no sólo tiene consecuencias para la salud mental de aquel que lo padece, sino también para la salud pública. Esto es debido a que afecta a los propios animales y, muy probablemente, a la salud del vecindario debido al deterioro del hogar del afectado: acumulación de restos de comida, heces, deficiencia de higiene que redunda en la contracción de enfermedades infecciosas, etc.

Cómo reconocer el síndrome de Noé.

Aunque el síndrome de Noé tiene muchos síntomas comunes con el trastorno por acumulación, existen ciertas singularidades que permiten identificar esta patología:

Acumulación excesiva de animales
(1) – Acumulación excesiva de animales en malas condiciones.

 

  • Acumulación excesiva e inusual de animales (siendo más frecuentes los gatos y después los perros). Habitualmente suelen ser de una misma especie recogida de la calle.
  • No hay espacios delimitados entre las zonas de las personas y de los animales, siendo complicado encontrar espacios que no estén ocupados por un animal.
  • Negligencia en la atención y los cuidados básicos de los animales acogidos. Pueden enfermar gran parte de ellos debido a la desnutrición, la propagación de enfermedades infecciosas y/o la falta de curas de heridas o problemas médicos (p. ej. al no estar vacunados).

«Cuando requisan estos animales, suelen precisar atención médica e incluso llegan a ser sacrificados debido a su pésimo estado de salud, además de mostrar graves problemas de comportamiento, lo que dificulta su adopción».

  • Domicilio antihigiénico y en condiciones de insalubridad que supone un riesgo para los implicados e incluso el propio vecindario (p. ej. peligro de zoonosis, liberación de bioaerosoles tóxicos debido al daño provocado por las grandes acumulaciones de heces y orina, malos olores, etc.).
  • Negación del problema, así como del estado descuidado de los animales.
  • Conducta agresiva cuando le intentan explicar su trastorno o entrar en su casa, pues no suele dejar que nadie entre en su vivienda.
  • La persona se ve a sí misma como salvadora y protectora de los animales.
  • Persistencia en la acumulación de animales (por la no entrega de los existentes y la nueva llegada de otros), a pesar de tratarse de una situación insostenible.
  • Normalmente, la situación llega a las autoridades debido a las quejas de los vecinos o a través de los servicios sociales.

¿Cuál es la relación entre el síndrome de Diógenes y el síndrome de Noé?

«En no pocas ocasiones, la persona que tiene el síndrome de Noé también padece el síndrome de Diógenes».

El síndrome de Diógenes es un trastorno del comportamiento que consiste en la acumulación de objetos. El hecho de que en ambos trastornos se acumulen objetos u animales de forma desmedida lleva, en ocasiones, a que la gente confunda el síndrome de Diógenes con un trastorno de acumulación.

Si bien es cierto que ambos pueden conllevar problemas de salud y sociales para el afectado, las personas con el síndrome de Diógenes suelen tener una conducta de abandono con respecto a su autocuidado y la limpieza del hogar a pesar de estar recluidas en el mismo, con el consiguiente aislamiento social. En cambio, las personas con un trastorno de acumulación no tienen por qué presentar este nivel de deterioro personal.

En el síndrome de Diógenes la acumulación es de objetos de todo tipo, no sólo de objetos de dudosa utilidad como ocurre en el trastorno por acumulación de objetos, sino que llegan a acumular basura y desperdicios sin criterio alguno.

¿Cómo puede transformarse el amor por los animales en un altruismo patológico?

El síndrome de Noé es relativamente nuevo; de hecho, en EE.UU. empezó a estudiarse hace veinte años, aunque en 1981 Discover Magazine publicó el primer artículo que hacía alusión al tema.

El síndrome de Noé se ha descrito hace pocos años
(2) – El síndrome de Noé no era conocido antes de 1981

Posibles causas del síndrome de Noé.

Aunque su origen no está bien establecido, sí que existe cierto consenso entre las posibles causas que podrían influir en su aparición:

  • Trastornos afectivos: Aquellas personas con problemas para socializar y establecer vínculos afectivos. En ocasiones, debido a experiencias traumáticas o a trastornos del apego ocurridos durante la infancia, pueden desarrollar este síndrome.
  • Pérdida afectiva importante: En este caso, la persona trataría de llenar el vacío emocional de la pérdida o ruptura a través de la acogida de animales, proyectando en esa relación su necesidad de apoyo y su propio deseo de ser cuidada.
  • Trastorno obsesivo-compulsivo: Se trata de un problema psicológico que puede llevar a la persona a acumular animales a fin de contrarrestar la ansiedad que sufre.
  • El trastorno bipolar: Durante las fases de manía, las personas llevan a cabo conductas impulsivas y arriesgadas, de manera que la irresponsabilidad característica de esa etapa puede llevarle a acumular animales.
  • Trastornos psicóticos: La persona con un trastorno psicótico puede no advertir las condiciones en las que se encuentran los animales, así como la acumulación de los mismos.
  • Abuso de alcohol y/o de otras sustancias: Este síndrome ha sido encontrado en personas con adicciones y un gran deterioro cognitivo, de manera que pueden presentar conductas impulsivas e irracionales.
  • Enfermedades relacionadas con la edad: Alzheimer, distintos tipos de demencia. Al igual que ocurre con el abuso de sustancias, el deterioro de la capacidad cognitiva a causa de la edad, unido a la alteración de la personalidad y de la percepción de la realidad propias de estas enfermedades, puede propiciar la aparición de dicho síndrome.

El perfil psicológico más habitual: «la loca de los gatos» de los Simpson.

Cuando se habla sobre el síndrome de Noé, la imagen arquetípica que suele venir a la mente es la de «la loca de los gatos» de los Simpson, es decir, una mujer soltera de edad avanzada y que vive sola. ¿Es ésta la imagen más habitual de la persona con el síndrome de Noé?

Los datos recopilados hasta el momento reflejan que la edad media de las personas que sufren este síndrome es de entre cincuenta y sesenta años de edad (el 63% supera los 65 años). Asimismo, suele tratarse de personas solteras, divorciadas o viudas. Suelen tener un nivel socioeconómico más frecuentemente medio o bajo. Respecto al sexo, distintos estudios han recogido que se trata de un síndrome que se presenta prácticamente en la misma medida en hombres y mujeres.

Por otra parte, tal y como se ha comentado anteriormente:

«el síndrome de Noé está relacionado con rasgos obsesivos-compulsivos».

De hecho, se trata de personas con un perfil bastante característico, controladoras, desconfiadas, con carencias afectivas e incluso problemas de apego. Estas carencias afectivas, unidas a otros problemas de salud mental, hace que se vinculen erróneamente y desarrollen este «altruismo patológico», conduciéndoles a una vida caótica.

Síndrome de Noé y tipo de vida caótica
(3) – El síndrome de Noé se asocia a un tipo de vida caótica

 

La importancia de la terapia psicológica.

Tal y como se ha comentado previamente, se trata de un trastorno en el que la persona no es consciente de su problema. El sujeto considera que protege a los animales y los salva de una vida más dura. Este hecho dificulta la recuperación de la persona y pone de manifiesto la vital importancia que tiene el tratamiento psicológico en este tipo de casos pues, a pesar de la intervención de las autoridades y la reubicación de los diferentes animales:

«la sanción por sí misma no resulta disuasoria, pues sin el tratamiento psicológico adecuado la persona reincide».

Esto también se debe a que, en la mayoría de casos, se trata de personas cuyo trastorno suele llevar alrededor de cinco años presente en sus vidas, por lo que se ha hecho crónico.

Así, lo más habitual es que la persona acuda a terapia por el problema de origen, el cual le ha llevado a refugiarse en la acumulación excesiva de animales, siendo el más habitual el deseo de establecer vínculos sociales. Esto puede servir como punto de partida para que, al mejorar las habilidades sociales y la autoestima de la persona, también encuentre la motivación para comenzar a controlar sus impulsos y a seguir rutinas saludables, incrementando la organización y la estabilidad cotidiana.

Lógicamente, la coexistencia de otros problemas psicológicos como el trastorno obsesivo-compulsivo, la presencia de adicciones o demencias requeriría una intervención específica.

¿El hacinamiento animal constituye un delito?

En primer lugar, es importante aclarar que el tener un grupo de animales no supone hacinamiento per se, ya que el lugar puede estar habilitado para ello como ocurre en los refugios de animales o las casas de acogida. El hacinamiento implica, por consiguiente, la ausencia de espacios apropiados, alimentación y protocolos veterinarios acordes con la necesidad del animal.

Así pues, el hacinamiento conlleva el descuido de los cuidados básicos del animal. El hacinamiento merma su bienestar al no permitirle moverse cómodamente, tener falta de ventilación, ausencia de higiene, enfermedades infecto-contagiosas o comida mezclada con heces. En muchos casos, este hacinamiento puede llevar a los animales a pelearse, a sentir estrés y, en los casos más graves, a la muerte.

«Sin perjuicio de los posibles problemas de salubridad o las molestias vecinales, es evidente que el hacinamiento de animales perjudica la salud de éstos».

 

Muchas mascotas pero bien cuidadas.
(4) – Se pueden tener muchas mascotas, pero bien cuidadas.

El cuidado de las mascotas.

A pesar de que esta situación de hacinamiento se da cada vez con mayor frecuencia, actualmente no existe una norma marco estatal que regule la tenencia y la protección animal.  Esto es debido a que esta materia corresponde a cada comunidad autónoma. Sin embargo, tanto el maltrato animal como la falta de atención y cuidado del animal (p. ej. no darle de comer, mantenerle en un espacio reducido, golpearle, no curarle las heridas, dejar que se pelee con otros animales) supone un delito tipificado en el artículo 337 del Código Penal.

Asimismo, la acogida de animales siempre supone una responsabilidad que, en caso de incumplir, implica, además, un delito doloso al conllevar la omisión de la diligencia debida en el cuidado de los animales (artículo 11 del Código Penal). De esta forma, aunque el delito de maltrato animal no tiene cabida en la comisión por imprudencia, la apreciación del dolo eventual (no perseguir el daño del animal, pero sí ser capaz de percibir el probable peligro al que está expuesto) permite la sentencia condenatoria.

En resumen, el síndrome de Noé supone un reto importante para las autoridades jurídicas y sanitarias, pues se trata de un trastorno cada vez más frecuente que pone en riesgo no sólo la salud mental del implicado, sino el bienestar animal y la salud comunitaria.

Síndrome de Noé con gatos entre basura en un ambiente insalubre
(5) – Síndrome de Noé: gatos entre basuras en un ambiente insalubre.

Referencias bibliográficas.


Autora.

Mª Victoria Orbe Valls - Psicóloga Clínica

Mª Victoria Orbe Valls es psicóloga general sanitaria. Está graduada en Psicología por el CES Cardenal Cisneros (Universidad Complutense de Madrid), cuenta también con los másteres de Psicología General Sanitaria (Universidad Antonio de Nebrija) y Sexología Clínica y Terapia de Parejas (Instituto Superior de Estudios Psicológicos), así como con formación en Mindfulness y grafopsicología. En la actualidad compagina su actividad como psicóloga con la divulgación científica. Ha colaborado en el Blog de Nuestro Psicólogo en Madrid.


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Mª Victoria O. Valls - Psicóloga Clínica

M.ª Victoria Orbe Valls es psicóloga general sanitaria.

Está graduada en Psicología por el CES Cardenal Cisneros (Universidad Complutense de Madrid), cuenta también con los másteres de Psicología General Sanitaria (Universidad Antonio de Nebrija) y Sexología Clínica y Terapia de Parejas (Instituto Superior de Estudios Psicológicos), así como con formación en Mindfulness y grafopsicología.

En la actualidad compagina su actividad como psicóloga con la divulgación científica.