No pasa ni un solo día sin que nos lleguen noticias de violencia de género. La violencia contra la mujer se ha convertido en una auténtica plaga social, que parece recrudecerse cada día un poco más.
Violencia de género y violencia machista.
Hoy en día podemos encontrar en los medios audiovisuales y escritos, referencias a la violencia de género, a la violencia machista, la violencia doméstica y la violencia familiar. En ocasiones, nos referimos a ellas como si fueran la misma cosa. Existen diferencias y matices entre ellas, aunque en ocasiones confluyen y se superponen.
Violencia de género.
Como su propio nombre indica hace referencia a un tipo de violencia que es ejercida por un género sobre el otro. Esta violencia indica las luchas entre mujeres y hombres en la búsqueda del poder. Este tipo de violencia puede ser ejercida por los dos sexos, tanto por hombres como por mujeres. No es una violencia individual, sino colectiva, en la medida que engloba a un sexo frente al otro.
Ahora bien, dado que a lo largo de los siglos el poder ha estado casi siempre de parte del género masculino, es comprensible que se sobreentienda la violencia de género como la violencia que ha ejercido el sexo masculino (patriarcado) sobre el femenino.
Para algunos puristas sería más apropiado hablar de violencia de sexo o violencia sexista. Esta afirmación se basa en que los individuos no tienen género, sino sexo.
Violencia machista.
Al hablar de violencia machista o violencia contra la mujer, nos referimos a la violencia que ejerce un hombre contra una mujer. No hablamos ya de supremacía colectiva de un sexo sobre el otro, sino de individuos masculinos que ejercen violencia contra la mujer, entendida como persona no como género.
“Es un tipo de violencia que generalmente es ejercida por varones que no pueden soportar los vínculos que la mujer tiende y atiende a su alrededor, familia, amigos/as, novios/as, etc., Esta violencia es una violencia ejercida directamente contra el cuerpo de la mujer, aunque en ocasiones sea psicológica y simbólica. Es una violencia que atenta contra la libertad del sujeto sea esta libertad corporal, psicológica o ideológica-identitaria”. (Silva, Artenira y col. 2019).
Violencia doméstica.
Al hablar de violencia doméstica o familiar nos estamos refiriendo a un tipo específico de violencia que se desarrolla dentro del entorno familiar y en la que las víctimas son algunos de los miembros de la familia (madre, hijos). Aunque en la mayoría de las ocasiones la violencia doméstica es una violencia machista, en otros casos puede ser una violencia de la mujer contra el padre o contra los hijos. Así mismo, cada vez es más frecuente la violencia ejercida por los hijos contra los padres.
Vemos, pues, que la violencia machista puede ser doméstica, pero también puede darse fuera del entorno familiar, cuando la víctima no guarda ningún parentesco con el agresor. A su vez, la violencia doméstica puede ser machista o feminista, aunque en su mayor parte suele ser del primer tipo.
(1) – Manifestación en Madrid contra la violencia de género.
La violencia de género es un problema de todos.
El bucle de la violencia machista.
El miedo paraliza a la víctima, nubla sus sentidos y no le permite pensar. Los violentos utilizan el miedo como una herramienta imprescindible para doblegar a su víctima una y otra vez. Hablar de violencia es hablar de la historia de la humanidad. El miedo y La violencia acompañan al hombre desde los tiempos prehistóricos. Podemos pensar (sin motivo) que la civilización nos vuelve menos violentos y que ya no nos parecemos en nada al hombre de las cavernas. Sin embargo, muchos son los autores que consideran que el siglo XX ha sido la centuria más violenta de nuestra historia.
Esta violencia, muchas veces irracional y sin sentido tiene muchas formas de expresión. Puede tener muchos matices y puede instalarse en todos los ámbitos de nuestra vida. Pero, si hay un lugar donde es especialmente dañina, es en el entorno familiar porque, precisamente allí es donde se puede acuñarla personalidad del futuro adulto violento.
Es en el seno familiar donde se viven hechos de violencia machista. Muchos niños son mudos testigos de maltrato a la mujer y crecen “normalizando” este tipo de conductas. Algunos de ellos terminarán siendo violentos psicópatas asesinos. La mayoría se convertirán en personas comunes que en sus ámbitos cotidianos reproducen sin mayor culpa, aquellas situaciones que han vivido de niños.
Así es como lastimosamente comprobamos que la violencia machista se convierte en un bucle sin fin. El maltratador con su violencia machista engendra maltratadores futuros. Esta violencia contra la mujer es un ciclo que debe cortarse, precisamente en el mismo ámbito donde se gesta: la familia.
La violencia contra la mujer es un problema histórico.
La violencia de género no es algo novedoso en nuestra actual sociedad. Encontramos ejemplos de violencia machista en la Biblia y en las primeras civilizaciones. Los santos y teólogos del cristianismo han sido en muchas ocasiones apóstoles de la misoginia:
“…la mujer necesita del varón no sólo para engendrar, como ocurre con los demás animales, sino incluso para gobernarlas, porque el varón es más perfecto por su razón y más fuerte en virtud”. (Santo Tomás de Aquino. Siglo XIII).
Una de las primeras mujeres en alzar su voz para luchar contra la violencia machista fue Abigail Adams, esposa del presidente de Estados Unidos John Adams. Está mujer, una adelantada para su tiempo escribió:
“La historia de la humanidad es la historia de las repetidas vejaciones y usurpaciones por parte del hombre con respecto a las mujeres, y cuyo objetivo directo, es el establecimiento de la tiranía”. (Abigail Adams. 1744-1818).
En los siglos XVII y XVIII ya encontramos escritos con denuncias femeninas contra sus esposos por ejercer la violencia física. A finales del siglo XVIII se creó la primera fundación para recoger a mujeres que habían sido víctimas de agresiones por sus maridos.
En un clima de violencia machista, Mary Wollstonecraft publicó “Vindication of the Rights of Woman”, en 1792 como un claro alegato en defensa de los derechos de la mujer.
(2) – Mary Wollstonecraft defensora de los derechos de la mujer.
El código civil español mantenía que una mujer podía ser corregida por su marido (1975). En Irak se aprobó una ley (1999) que permitía al esposo matar a su mujer por cuestión de honor.
Hasta 1925, la ONU no fue consciente del problema y decidió formar un grupo de trabajo para abordar el tema de la violencia contra la mujer.
Diversas formas de violencia de género.
Hemos de partir de la base que la violencia de género, y más específicamente la violencia machista, no sólo responde a la clásica imagen que de inmediato se nos viene al pensamiento: la agresión física de un hombre contra una mujer o -su forma más extrema- el feminicidio.
La violencia de género adquiere muchos “disfraces” no siempre tan evidentes, como puede ser el acoso psicológico, el chantaje económico, las amenazas, el acoso sexual, la persecución física real o en redes sociales, el control y las restricciones a las libertades sociales, religiosas y políticas.
En general, estas formas de acoso se llaman comúnmente violencia machista, porque son acciones llevadas a cabo mayoritariamente por un hombre contra una mujer, sin distinciones de edad, condición social, nivel de educación, nacionalidad o religión.
La triste realidad es que la violencia de género es un fenómeno extendido por todo el mundo, vinculado fundamentalmente a un factor clave: cualquier tipo de disparidad estructural social, económica y de poder entre hombres y mujeres. Depende de muchas causas, factores y condiciones.
Puntualizaciones sobre la violencia de machista.
Hay dos hechos ciertos y que deben ser claramente puntualizados:
- Si bien dijimos anteriormente que la violencia siempre ha estado presente en la historia, debemos dejar claro que ser violento no es parte del ser humano por naturaleza. Nada más lejos de la realidad. Trabajar para destruir ese mito es un buen punto de partida, para luchar contra la violencia machista.
- Es necesario (por no decir imprescindible) enfatizar, en que siempre es posible elegir sea cual sea la situación que se esté viviendo. Ante una situación dolorosa podemos elegir entre la negación, la justificación o la minimización del problema. Podemos mirar hacia otro lado, ignorando la situación, o tomar el mando haciendo algo para cambiar la mentalidad y la concepción de las relaciones entre géneros en aquellos lugares donde la violencia contra la mujer prolifera como un fenómeno normal.
Es importante hacer un análisis objetivo y medianamente profundo acerca de la violencia de género desde diversas perspectivas. Por ello, nos parece importante tomar como punto de partida la definición de la violencia contra la mujer como:
“cualquier acto de violencia de género que causa o puede implicar daño físico, psicológico o sexual o sufrimiento para la mujer, incluida la amenaza de estos actos, coacciones o privaciones libertades arbitrarias, que tienen lugar en el curso de la vida pública o privada”. (ONU art.1. 1993).
Ahora bien, los términos de violencia de género y violencia machista describen un fenómeno muy complejo, bajo el cual subyacen muchas formas de violencia mediante las cuales se discrimina a un gran número de personas por motivos de sexo.
Las formas más frecuentes de violencia de género, aunque son diversas, pueden ser categorizadas de la siguiente manera:
Violencia sexual.
Se manifiesta a través de actos, abusos o amenazas de realizar o sufrir actos sexuales contra la voluntad de alguien. Por acto sexual se hace referencia a cualquier contacto entre dos cuerpos que tiene como propósito la satisfacción de la libido del agresor. Por ello, esta violencia incluye actos no siempre tan comprobables o detectables en una primera instancia: caricias, roces o insinuaciones entre otras cosas.
(3) – La violencia sexual contra la mujer es una forma de violencia de género
Violencia psicológica.
Esta es una de las formas más frecuentes de violencia contra la mujer, tanto por su generalización como por su poder devastador sobre la víctima. La violencia psicológica o violencia emocional incluye cualquier forma de abuso y falta de respeto que dañe la identidad y la estabilidad psicológica de la víctima. Esta violencia lesiona la autoestima y disminuye las capacidades de quién la sufre para afrontar los sucesos de la vida cotidiana.
Mediante toda una serie de recursos (insulto, indiferencia, humillación, acoso, infidelidad) el agresor lleva a la víctima hasta la pérdida completa de su valoración como persona, hasta el aislamiento más absoluto y en muchos casos hasta una profunda depresión que puede llevar al suicidio.
Las expresiones para minar la confianza son muy comunes: “Estás demasiado gorda. A ver si haces algo de ejercicio”, “estás ridícula con esa ropa”, “¿quién te va a aguantar si te marchas de mi lado?”.
Es muy típico de esta forma de violencia el control absoluto sobre las actividades de la víctima (donde va, con quién habla, espionaje del móvil y las llamadas) así como la tendencia a aislar a la mujer de su entorno familiar y de sus amistades para hacerla más vulnerable y dependiente del agresor.
Puede venir disfrazada de un cariño excesivo: “te quiero tanto …”, “todo esto lo hago por tu bien, porque te amo …”. La violencia psicológica suele ir acompañada de una intensa manipulación mental, buscando que la víctima se sienta culpable o avergonzada. Esta manipulación puede ser tan efectiva, que las propias mujeres maltratadas psicológicamente justifican el comportamiento del agresor: “No es ninguna mala persona. Soy yo la culpable por no hacer las cosas como a él le gustan”.
Violencia física.
A este tipo de violencia machista, responde cualquier forma de intimidación o acción en la que se ejerza daño físico. La violencia no es sólo el tipo de agresión que requiere intervención médica, sino cualquier contacto físico destinado a asustar y hacer que la víctima esté bajo el control del agresor. ¿Cuáles deberían ser señales de alerta? empujones, tirones de cabello, pellizcos, bofetadas, torceduras, poner las manos en el cuello, privar de tratamiento médico, privar del sueño, etc.
Violencia verbal.
En este caso, la violencia contra la mujer se da en cualquier forma o acto que se manifieste verbalmente, por ejemplo, insultos y amenazas, lenguaje irrespetuoso y despectivo, humillación pública y privada. Como hemos visto anteriormente, los ataques verbales son una de las formas en las que se manifiesta la violencia psicológica.
(4) – La violencia de género se puede manifestar de muchas formas.
Violencia bajo forma de acecho o de acoso.
La violencia que aparece en forma de acecho es una de las expresiones más frecuentes de la violencia machista y de las más difíciles de probar por parte de las víctimas. Es una forma de persecución prolongada en el tiempo que se manifiesta a través de una serie de comportamientos, diseñados para hacer que la víctima se sienta constantemente bajo control y en un constante estado de peligro.
Esta violencia se manifiesta de muchas formas, por ejemplo, acoso en sí mismo (en el hogar, en los centros educativos de los hijos, en el trabajo de la víctima, en la Iglesia a la que concurre, en los lugares por donde sale, etc.) pero también llamadas telefónicas a mitad de la noche, mensajes continuos, persecución a través de las redes sociales, etc.
Violencia económica.
Esta forma de violencia contra la mujer es, lamentablemente, de las más “efectivas” para los agresores. Comprende cualquier forma de control o privación que socava la independencia económica de la víctima.
Se refiere la violencia económica a todas las actividades del agresor que directa o indirectamente contribuyen a hacer que la pareja sea dependiente de él, ya que carece de medios económicos suficientes para satisfacer sus propias necesidades de subsistencia y las de los hijos.
No sólo se trata de no “dar” dinero, hay acciones más sutiles como evitar que la víctima busque o conserve un trabajo, no permitir que ésta use su salario o revise obsesivamente como gasta, controlando todos los aspectos la gestión de la vida diaria y/o no asumir los compromisos económicos contraídos con el matrimonio, o informalmente con la convivencia.
Una lucha constante contra la violencia machista.
Lo cierto es que a pesar de la enorme difusión y visibilidad que las organizaciones sociales alrededor del mundo para que las mujeres reaccionen, estén alertas y pidan ayuda cuando lo necesitan, cada vez hay más feminicidios, cada vez aparecen más mujeres golpeadas y privadas de sus libertades.
Normalización patológica de la violencia de género.
Hay momentos en que se siente como una lucha muy desigual, porque todas las formas de violencia causan daño y porque la violencia de género es y debe ser considerada en toda su complejidad. Miles y miles de historias nos han enseñado que cuanto más dura, cuanto más se prolonga o se “deja pasar” una situación de violencia contra la mujer, más grave se torna y – como señalábamos al principio de este artículo – el ámbito familiar tiende a normalizar estas acciones y los niños comienzan a asimilarlas como parte de una realidad que no se puede cambiar.
(5) – Manifestantes contra la violencia machista en Zaragoza (2016)
Discurso androcéntrico de los medios.
Otro fenómeno que contribuye a la violencia de género es el denominado “discurso androcéntrico de los medios”. Un estudio de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona ha estudiado este tema: “Representación de la violencia contra las mujeres en la prensa española (El País/ El Mundo) desde una perspectiva crítica de género”.
Estos dos periódicos son los más leídos en España. Ambos poseen una repercusión importante en la agenda informativa y política nacional. Algunas conclusiones interesantes de este estudio son:
“Los medios analizados representan la violencia contra la mujer de manera inexacta y simplista al atender sólo a sus manifestaciones físicas más extremas, subrepresentado las formas más habituales de agresión e ignorando el resto de problemáticas de la discriminación de género”. (Vallejo, C. 2005).
En otra de sus conclusiones, la autora señala que
“el tratamiento informativo del tema excluye de manera sistemática los aspectos ideológicos y estructurales de la violencia contra las mujeres”
Y agrega que:
“Las noticias analizadas construyen el problema desde la mirada exclusiva y excluyente del “ciudadano” varón, occidental, instruido, heterosexual y de clase media-alta”. (Vallejo, C. 2005).
La valores y creencias de este colectivo serían una representación de toda la sociedad. Esto excluiría a todas las personas que no encajan en este prototipo.
“Los patrones ideológicos que moldean la representación de la agresión a la mujer repercuten en la invisibilización del maltratador y en el silenciamiento de la víctima.” (Vallejo, C. 2005).
La autora considera que solamente se tiene en cuenta la violencia relacionada con la intimidad, cuyas responsabilidades apuntan al ámbito personal y privado. Esto quitaría el foco de otras muchas formas de violencia de género.
Testimonios de violencia machista.
Citamos a continuación algunos testimonios de mujeres víctimas de violencia machista. En estos relatos aparecen muchas (por no decir todas) las formas de violencia de género que categorizábamos antes.
Elena.
Elena es una mujer adulta, que vive con sus tres hijos. Estudios básicos y vivienda humilde. Víctima de malos tratos al poco tiempo de casarse.
“A mí me enseñaron desde pequeña que los trapos sucios se lavan en casa, por eso durante mucho tiempo no me atreví a buscar ayuda, yo creía que los problemas del hogar, debían mantenerse en secreto”. (Elena).
Ana.
“Lo que hace el maltratador es que te aísla, te elimina como persona, te menosprecia tanto… y encima te hace sentir culpable de lo que está pasando en la pareja. En mi caso yo era la que le tenía que pedir perdón a él, cuando él me pegaba, porque decía, que claro, que yo me portaba tan mal que él tenía que pegarme y que él tenía que actuar así por lo mal que yo me portaba. Y al final era yo la que tenía que pedir perdón”. (Testimonio de Ana Bella Estévez).
NO ES NO – Corto contra la violencia de género from Linze Arts on Vimeo.
Antonia.
“La violencia siempre va a mayor. Después de ese grito, de ese maltrato, de si ‘eres una tonta’, ‘no estás haciendo bien las cosas’, me pedía disculpas. Y pasan dos o tres meses y él vuelve a acumular tensión, a enfadarse por algo, vuelve a gritar, a golpear la pared… Y yo me vuelvo a quedar callada, por el pánico y la parálisis, porque uno de los sentimientos que más tuve hacia él era terror. Terror. Terror. Miedo.” (Testimonio de Antonia Ávalos Torres).
Carmen.
“Los malos tratos que yo sufrí son psicológicos. Yo estuve casada durante 30 años. Me casé con 19 años y no era consciente de que estaba sufriendo malos tratos psicológicos. Para mí era normal no tener ni una conversación con mi marido, que él tomara decisiones sin contar conmigo. Para mí era normal que él saliera a ferias, a divertirse con los amigos y que yo no saliera porque tenía que cuidar de mis hijos. Las mujeres de 45 años para arriba, se piensan que se les va a hundir el mundo y eso no es así. Es que yo me separé con 50 años y no se me ha hundido el mundo. Vivo, lucho por mis hijos, por mi casa, por mi familia. Antes, estaba muerta, no tenía vida y ahora, pues me siento viva, me siento capaz de sacar un proyecto adelante”. (Testimonio de Carmen Viduera).
Clara.
Clara fue violada siendo adolescente. En su relato repasa lo vivido al día siguiente del ataque sexual al que fue sometida, con estas palabras:
“Esa mañana me metí al baño y me bañé como nunca, quería quitarme toda esa sensación de suciedad que tenía encima. Me daba miedo y vergüenza contarle a mi madre lo que me había sucedido, me había escapado sin su permiso a esa discoteca y me sentía muy culpable. Yo pensaba que tenía la culpa de lo que había pasado” . (Testimonio de Clara).
Esther.
Esther es una mujer adulta proveniente de un hogar disfuncional, con una madre dominante y un padre sumiso, por lo que en su momento eligió para casarse a un hombre bien distinto al “debilucho” de su padre.
“Desgraciadamente nunca supe en qué momento esta situación se salió de mis manos; terminé yo misma convirtiéndome en lo que tanto odiaba, una persona, débil, sometida, manipulada, agredida, me había convertido en el títere de mi marido. El día que reaccioné decidí abandonarlo, y me hice la promesa que esto no me volvería a pasar.”
Para finalizar, queremos destacar la importancia de perder el miedo al agresor y dar un primer paso. Ese paso puede ser dar un sentido de aprendizaje a las malas experiencias y negarse a repetirlas. Así podemos poner fin a las eternas situaciones de abuso, aceptando que se está en una situación vulnerable y pedir ayuda.
(6) – La violencia contra las mujeres es un problema que nos afecta a todos.
Referencias Bibliográficas.
- Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. Testimonios de mujeres supervivientes a la violencia machista. Enlace.
- Gobierno de Méjico. (2017). Violencia psicológica contra las mujeres. Enlace.
- López Angulo, Laura y Apolinaire Pennini, Juan José . (2005), “Violencia contra la mujer: su dimensión psicológica.” MediSur, Vol. 3, núm.2, pp.39-81. Enlace.
- ONU. (1995). Declaración y Plataforma de Acción de Beijing – ONU Mujeres. Enlace.
- Silva, Artenira & García-Manso, Almudena & Barbosa, Gabriella. (2019). Una revisión histórica de las violencias contra mujeres. Revista Direito e Práxis. 10. 170-197. Enlace.
- Valero Díaz, Brenda María. (2017). “Género y Paz: Relatos de mujeres víctimas de violencias” pág. 114, pág. 122, pág. 126. Tesis doctoral. Universidad de Granada, Barranquilla, Colombia. Enlace.
- Vallejo, C. (2005). Representación de la Violencia contra las Mujeres en la Prensa Española (El País/ El Mundo) desde una Perspectiva Crítica de Género. Un Análisis Crítico del Discurso Androcéntrico de los Medios. (Tesis doctoral), Universidad Pompeu Fabra, Barcelona. Enlace.
Autor.
Gerardo Castaño Recuero trabaja como psicólogo y psicoterapeuta en el Centro “Nuestro Psicólogo en Madrid”. Ha estudiado Psicología en la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. Posee el título de Máster en “Terapia Focalizada en las Emociones” (TFE). Ha realizado el curso Master de “Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica”.
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