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Cómo superar la fatiga pandémica (el agotamiento por COVID-19)

    Cómo superar el agotamiento mental por la COVID-19

    El agotamiento mental por el COVID-19 es cada vez más frecuente. La sociedad está sufriendo las consecuencias del coronavirus, no sólo a nivel físico, sino también a nivel emocional. La pérdida de seres queridos, el colapso del sistema sanitario, el miedo a las secuelas del COVID-19 y la inquietud ante un futuro incierto están haciendo que esta tercera ola traiga consigo un problema sanitario y social: una crisis en la salud mental de una población acostumbrada al bienestar social.

    Ante esta situación de vulnerabilidad, es necesario plantearse qué puede hacerse para mantener las medidas de protección y superar la fatiga pandémica. Para ello se explicará también cuáles son los comportamientos de prevención que sí tienden a adoptarse de manera natural.

    ¿Qué medidas de protección suelen adoptarse de forma natural?

    El miedo a enfermar de coronavirus debido a las actuales estadísticas de contagio está haciendo que las personas centren gran cantidad de sus pensamientos en esta información, lo que puede terminar afectando a la propia salud mental al provocar ansiedad, síntomas de depresión o desencadenar hafefobia (miedo a tocar o ser tocado por otras personas).

    Esto se debe a que, ante una situación de pandemia, las personas sufren cambios a nivel psicológico a fin de protegerlas del riesgo de contagio, desencadenando una serie de conductas diferentes a las habituales, modificando sus hábitos y alterando su estilo de vida:

    La obediencia y el conformismo.

    No obstante, se ha demostrado que esta sensación de amenaza constante también tiene otros efectos en la población. Basándose en las respuestas a otras enfermedades a lo largo de los siglos, se ha observado que el miedo al contagio lleva a las personas a volverse conservadoras en temas como la inmigración, así como más conformistas y obedientes al concederle menos importancia a la libertad, lo que puede llegar a provocar conductas más intolerantes como el fenómeno de “la policía de los balcones” o influir en la propia afiliación política.

    Esto se debe a que, además de asociar ciertas nacionalidades con la enfermedad (como ocurrió al principio con Italia o como puede ocurrir ahora con los británicos), se tiende a creer que las personas que no pertenecen al propio grupo pueden ser menos propensas a seguir aquellas normas destinadas a proteger a la población autóctona, contribuyendo a propagar la enfermedad de manera más o menos inconsciente.

    “Durante una pandemia las personas valoran más la obediencia y las actitudes de conformidad con el grupo, percibiendo más negativamente las conductas de rebelión o excentricidad”.

    Conductas de riesgo y rebelión durante la pandemia.
    Durante una pandemia se perciben más negativamente las conductas de riesgo y rebelión.

     

    ¿Por qué se dan estos cambios conductuales?

    Esto puede deberse al denominado sistema inmunológico de conducta, un conjunto de respuestas psicológicas inconscientes que tienen por objetivo reducir la posibilidad de contagio a través de la prevención, es decir, de la disminución del contacto con posibles patógenos.

    Estas conductas fueron desarrollándose debido a que la acción del sistema inmune suponía un alto coste: dejar al cuerpo sin energía para actividades esenciales como la recolección o la crianza de los hijos. Por ejemplo, el aumento de la temperatura corporal durante la fiebre supone un incremento del 13% del consumo de energía.

    Por ello, el cuerpo humano fue desarrollando otras estrategias para prevenir el contagio, p. ej., el sentido del olfato o del gusto lleva a expulsar aquello que huele mal o que no está limpio. De esta manera, el instinto también se ha visto apoyado por la memoria, pues tiende a recordarse con mayor fuerza aquello que desencadena el asco, lo que ayuda a evitar exponerse al desencadenante recordado. Tanto es así, que a lo largo de la historia numerosas normas y rituales cumplen esta función de mantener a raya las enfermedades.

    “Este ‘más vale prevenir que curar’ es lo que ha mantenido a los antepasados vivos, información que se transmite a nivel genético”.

    El conservadurismo y la desconfianza.

    Cabe destacar que este sistema inmunológico de conducta también modificó las interacciones sociales para minimizar el riesgo de propagación de la enfermedad a través del distanciamiento social instintivo. Esto hace que el juicio moral se vuelva más estricto y conservador en, por ejemplo, las actitudes sexuales. De hecho, cuando uno teme contagiarse de una enfermedad, tiende a ser más severo respecto al incumplimiento o ante conductas de rebelión contra la autoridad.

    Respecto a las relaciones sociales, la amenaza de enfermedad también provoca que se tienda a desconfiar más de las personas desconocidas. De hecho, una investigación de la Universidad McGill (Canadá) descubrió que, cuando se conoce a alguien por primera vez, tiende a formarse una peor impresión debido al propio sentimiento de vulnerabilidad ante una enfermedad.

    Tal es el nivel de sospecha que un estudio publicado en Science Direct reveló que, no sólo se tiende a desconfiar más de los extranjeros por las razones que se han comentado previamente, sino que se tiende a juzgar a las personas socialmente poco atractivas más negativamente, al confundir sus rasgos con un signo de mala salud.

    “Es esperable un cambio relativamente moderado en ciertas actitudes, aunque no una gran modificación”.

    En este sentido, es importante destacar que algunas personas tienen un sistema inmune conductual más sensible, siendo por ello más desconfiadas y cuidadosas que la población promedio. No obstante, estas posiciones podrían haberse recrudecido.

    Agotamiento por COVID-19 genera mayor desconfianza.
    El miedo a contagiarse de COVID-19 nos hace más desconfiados y cuidadosos.

    Estrategias personales para combatir la fatiga pandémica.

    A continuación, se proponen una serie de estrategias para combatir la fatiga pandémica, es decir, la desmotivación gradual que lleva a desatender las recomendaciones de protección.

    Ser consciente de que la pandemia no es un paréntesis.

    Es importante afrontar la pandemia teniendo en cuenta su temporalidad, cuya caducidad no será próxima a pesar de la esperanza de las vacunas.

    Normalizar lo que se está sintiendo.

    Debemos detectar los pensamientos perjudiciales para ponerlos en perspectiva. En ocasiones, uno puede sentirse culpable al verse invadido por emociones negativas cuando su situación personal no es tan mala en comparación con la de otras personas. Dar espacio a la emoción al permitirse sentir las emociones sin juzgarlas es el primer paso para aprender a aceptarlas y no quedarse estancado en las mismas.

    “No se trata de negar o de evitar el miedo, pero tampoco de alimentarlo: aprender a convivir con estas emociones aumentará la propia resiliencia”.

    Vivir el presente.

    Hay personas que, a raíz de la pandemia, han aplazado sus proyectos vitales como si la pandemia tuviera una fecha de caducidad determinada. Quedarse atrapado en la nostalgia impide avanzar al no ajustar los planes a las actuales posibilidades; por el contrario, aceptar y adaptarse a la situación actual ayuda a mejorar el bienestar psicológico.

    No permitir que el miedo domine la propia vida.

    El cerebro está compuesto por lo que se conoce como el cerebro reptiliano (instintivo), el cerebro límbico (emocional) y el neocortex (racional). Ante los mensajes constantes de alerta, el cerebro reptiliano hace consciente al cuerpo de la existencia de un enemigo invisible, el cual se desea controlar con ayuda del neocortex.

    Para prevenir la ansiedad que origina el miedo al contagio sostenido en el tiempo, es útil seguir las medidas de prevención recomendadas.

    “Cumplir con las normas establecidas durante la pandemia alivia la incertidumbre e inquietud que provoca la duda sobre cómo actuar para reducir las probabilidades de contagio”.

    Buscar aficiones compatibles con la situación.

    Muchas de las personas que acuden a terapia refieren que ya no pueden hacer todas las actividades de ocio que hacían antes (quedar los fines de semana, viajar…), lo que hace que hace que se sientan tristes e incremente su estrés y malestar.

    Los hobbies evitan el agotamiento por COVID-19 durante la pandemia.
    Los hobbies evitan el agotamiento por COVID-19 durante la pandemia.

    Es importante aprender a disfrutar de otro tipo de actividades a las que no se está acostumbrado (p. ej. manualidades o hacer deporte al aire libre) y deleitarse con los pequeños placeres del día a día.

    Mantener el contacto con los seres queridos.

    A pesar del distanciamiento social, las herramientas digitales permiten mantener el vínculo con los allegados. Percibir el apoyo de los seres queridos ayuda a mantener cierta estabilidad emocional, lo cual es especialmente importante en estos momentos de incertidumbre.

    “Respecto a retomar la vida social, tras la primera ola, cuando el riesgo de contagio era menor, muchas personas refirieron que no tenían ganas de salir de casa. En esta situación, es aconsejable reflexionar si es porque uno quiere disfrutar de más tiempo en familia o si es por miedo al contagio”.

    Intentar ser más positivo.

    No hay mayor revulsivo para los pensamientos catastrofistas y autodestructivos que la positividad. Ver el lado positivo de la vida y mantener la esperanza ayuda a gestionar las emociones negativas, evitando agravar la propia salud mental.

    Evitar sobreinformarse.

    Aunque es recomendable mantenerse informado, abusar de la información puede llevar a sentir angustia y ansiedad. Por ello, es recomendable gestionar el consumo de información estableciendo un límite de tiempo para ver las noticias (una hora o menos al día), así como seleccionar una fuente fiable para evitar perderse en la búsqueda incesante de información sin llegar a desconectar.

    Mantener un hábito de estilo de vida saludable.

    Tener una alimentación adecuada, dormir ocho horas diarias, hacer ejercicio moderado y buscar hobbies enriquecedores ayudará a conservar el equilibrio físico y emocional necesario para sobrellevar la pandemia. Además, un estilo de vida saludable fortalece el propio sistema inmunológico.

    Solicitar ayuda profesional.

    Ignorar los propios sentimientos o reprimirlos no hará que estos desaparezcan. Cuando uno se siente desbordado emocionalmente, es recomendable acudir a un psicólogo que le acompañe en esos momentos difíciles y que le facilite diversas herramientas para optimizar su gestión emocional.

    Ayuda profesional ante el agotamiento por COVID-19
    El agotamiento por COVID-19 puede precisar ayuda profesional.

    Estrategias sociales para frenar la fatiga pandémica por parte de los organismos gubernamentales.

    Durante las Navidades, los medios de comunicación han expuesto numerosos casos de jóvenes que se saltaban las restricciones para ir de fiesta. Ésta sólo es una de las muchas situaciones que ha puesto de manifiesto la necesidad de modificar las actuaciones gubernamentales para prevenir la fatiga pandémica. A continuación, se exponen algunas posibles estrategias:

    Mejorar la comunicación del riesgo.

    El Gobierno tiene el deber de hacer llegar información coherente y veraz a la ciudadanía para que ésta no pierda su confianza en las autoridades, lo que lleva a incumplir las medidas de protección.

    Asimismo, la información ha de ser expuesta de manera clara y adaptada a los diferentes grupos de población, de forma que los diferentes colectivos se sientan identificados y adopten una actitud responsable.

    Dado que la susceptibilidad frente a la enfermedad y la percepción de la gravedad dependen principalmente de la información proporcionada, es fundamental crear campañas de difusión para adoptar las medidas de prevención y control necesarias.

    “La falta de transparencia da lugar a una sensación de estafa emocional, generando una desconfianza que empeora la adherencia a las medidas de protección”.

    Fomentar la responsabilidad y no sólo la obediencia o el miedo.

    La obediencia, además de ser menos efectiva a largo plazo, trae consigo numerosos costes emocionales y sociales. Promover la responsabilidad en lugar del miedo hará que la población mantenga las medidas de protección a largo plazo.

    Instaurar medidas sanitarias de prevención y control de la pandemia.

    El uso generalizado de las PCR y test de antígenos, así como asegurar el material sanitario es fundamental para garantizar la seguridad y reducir el miedo de la población. Por otra parte, la vacunación masiva, la disponibilidad de material sanitario y contar con una red sanitaria capaz de absorber a la población afectada son factores importantes para controlar la incertidumbre que genera la pandemia.

    Tomar medidas orientadas a reducir el riesgo de exposición de los trabajadores al coronavirus.

    Dado que los trabajadores esenciales no se pueden permitir las protecciones que sí tienen las personas que teletrabajan, es importante que cuenten con todos los recursos disponibles para poder trabajar como los EPI (equipos de protección individual) sin sentirse expuestos al contagio como ocurrió durante la primera ola.

    Medidas de seguridad para los trabajadores en pandemia.
    Son necesarias las medidas de seguridad durante la pandemia.

    Crear políticas de apoyo para facilitar la cuarentena.

    Ciertos colectivos no cuentan con el sustento económico suficiente como para poder permitirse realizar la cuarentena sin dificultades o, incluso, para comprarse mascarillas. El apoyo económico, así como el material para poder adoptar las medidas de protección necesarias ayudará a frenar la propagación del coronavirus al reducir la vulnerabilidad de estas personas y, por ende, la de todos.

    “Abaratar el precio de las mascarillas o hacer test masivos (p. ej. en colegios y universidades) son medidas que, además de aumentar la protección de la población, proporcionan confianza a la ciudadanía acerca de su propia seguridad”.

    Invertir en salud mental.

    La salud mental es la base del bienestar. Desgraciadamente, el sistema sanitario no cuenta con suficientes profesionales para atender a la actual demanda social, lo que ha hecho que algunas personas terminen recurriendo a una medicación que en realidad no necesitan y que tampoco fomenta la adherencia a las medidas de protección. Para reducir la fatiga pandémica puede ser necesario recurrir a la ayuda de un psicólogo.


    Referencias Bibliográficas.

    • 7 Consejos de expertos para combatir la fatiga pandémica. (s. f.). El Mundo. Enlace.
    • Carmona, R. (2020). Así ha cambiado la Covid-19 las relaciones y las actitudes sociales. La Vanguardia. Enlace.
    • Cómo combatir la fatiga pandémica. (2020). Objetivo Bienestar. Enlace.
    • Coronavirus: cómo el miedo a la enfermedad covid-19 está cambiando nuestra psicología. (2020). BBC News. Enlace. 
    • Siete consejos para superar la fatiga pandémica causada por el covid-19. (2020). El Comercio. Enlace.

    Autora.

    Mª Victoria Orbe Valls - Psicóloga Clínica

    Mª Victoria Orbe Valls es psicóloga general sanitaria. Está graduada en Psicología por el CES Cardenal Cisneros (Universidad Complutense de Madrid), cuenta también con los másteres de Psicología General Sanitaria (Universidad Antonio de Nebrija) y Sexología Clínica y Terapia de Parejas (Instituto Superior de Estudios Psicológicos), así como con formación en Mindfulness y grafopsicología. En la actualidad compagina su actividad como psicóloga con la divulgación científica. Es colaboradora en este Blog y psicoterapeuta en Nuestro Psicólogo en Madrid.


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