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El síndrome del impostor: Cuando te sientes un fraude a pesar de tu éxito.

    Síndrome del impostor - Nuestro Psicólogo en Madrid

    Se habla del síndrome del impostor cuando una persona tiene la sensación de no estar nunca a la altura, de no ser lo suficientemente competente en el trabajo o capaz en los estudios a pesar de lograr buenos resultados…

    En ocasiones, a pesar de tener una vida llena de éxitos y prestigio, hay personas que atribuyen sus triunfos únicamente a la suerte en lugar de a su capacidad, lo que merma la autoestima.

    ¿En qué consiste el síndrome del impostor?

    Sheryl Sandberg, la actual directora de operaciones de Facebook, confesó en su libro “Lean In: Women, Work and the Will to Lead” lo abrumada que se sintió cuando su nombre salió en la lista de las mujeres más poderosas del mundo en 2011.

    El caso de Sheryl Sandberg.

    Lejos de considerarse poderosa, Sheryl Sandberg, se sintió un fraude, una persona sobre la que, en cualquier momento, alguien se daría cuenta de que su carrera sólo había sido fruto de la suerte y no de su esfuerzo, terminando por ser despedida o degradada.

    El hecho de haber tenido una carrera destacada en el Banco Mundial o en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, sus logros en Google o el hecho de haber sido artífice del éxito financiero de Facebook tampoco la reconfortaban.

    Desafortunadamente, estos sentimientos de inseguridad que experimentó Sheryl Sandberg, a pesar de su éxito más que demostrado, no son un caso único.

    Definición del síndrome del impostor.

    En 1978, las psicólogas estadounidenses Rose Clance y Suzanne Imes acuñaron por primera vez el término síndrome del impostor.

    “Dicho síndrome, más que un trastorno psicológico con entidad propia, es un síntoma de baja autoestima y de pobre autoconcepto, lo que suele derivar en ansiedad”.

    En líneas generales, este síndrome se caracteriza por el miedo recurrente a fallar y a no ser capaz de alcanzar los objetivos empresariales pues, al no creer en su propio éxito, estas personas viven con temor a ser descubiertas tal y como ellas mismas se ven: un fraude.

    Esta tendencia a la perfección y rigidez de carácter también puede llevarlas a mostrarse hostiles e incluso autoritarias, pues temen que se derrumbe su autoimagen al dejar de mostrarse hiperexigentes.

    Como es lógico, aquellos que sufren el síndrome del impostor suelen depender excesivamente de la opinión de los demás, aunque tienden a desconfiar de las felicitaciones y los reconocimientos ajenos. De esta manera, el síndrome del impostor se caracteriza por la autodesvalorización, el agotamiento, el estrés y la angustia.

    El síndrome del impostor fue descrito en 1978
    El síndrome del impostor fue descrito en 1978

    ¿Cómo se sienten las personas con el síndrome del impostor?

    Los individuos que padecen el síndrome del impostor no reconocen sus propias habilidades y tienden a recordar las ocasiones en las que no alcanzaron sus objetivos:

    “Consideran que el propio éxito sólo ha sido fruto de la suerte, sus habilidades sociales, por error en la percepción de otros o por las circunstancias; no guardando relación alguna con su capacidad y su esfuerzo”.

    Síntomas del síndrome del impostor.

    • Sienten inseguridad y baja autoestima, lo que les hace dudar de su valía personal a la hora de afrontar retos y nuevas metas. Temen emprender por miedo al fracaso.
    • Piensan que los demás descubrirán que su competencia es mera apariencia y, por lo tanto, un fraude. Evitan ser evaluadas por temor a que descubran que no son tan capaces como los demás creen.

    “Dudan de su capacidad y experiencia del cargo, considerando que cualquier otro podría desempeñarlo mejor”.

    • Se comparan constantemente con otras personas al no considerarse aptas para las tareas encomendadas.
    • Suelen invertir demasiado tiempo en trabajar en algo que ya dominan y tienden a responder de forma evasiva por miedo a no hacerlo perfecto.
    • Padecen estrés constante, ansiedad o depresión debido a la desvaloralización que hacen sobre sus propios logros.
    • Menosprecian sus éxitos y no los celebran, pues los consideran de poca importancia. Raramente consideran que sus tareas salieron tan bien como ellos querían.
    • No son capaces de aceptar elogios o cumplidos por los triunfos alcanzados. También temen no poder cumplir con las expectativas ajenas en el futuro.
    • A pesar de su capacidad, tienden a conformarse con puestos menos destacados dentro de aquellos de alto rendimiento, debido a que así no se corren el riesgo de ser descubiertas como “impostoras”.
    • Se muestran pesimistas con respecto a sus futuros logros, pues así no se decepcionarán en el caso de cumplirse sus predicciones negativas.
    • Son extremadamente exigentes en su trabajo, muy por encima de las necesidades reales del mismo.

    ¿Por qué se desarrolla el síndrome del impostor? ¿Cómo suele ser su personalidad?

    Como en cualquier problema emocional, su origen suele ser multifactorial, destacando principalmente los siguientes factores:

    Valores culturales. 

    A principios del S.XX, Max Weber describió en su libro “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” cómo las diferentes creencias religiosas afectan al desempeño y al éxito profesional. Concretamente, Weber señaló que los protestantes creen en la predestinación, es decir, que Dios ha predestinado la suerte de cada persona, por lo que ésta no se puede atribuir el mérito de triunfar o fracasar en el trabajo.

    Por ello, culturalmente tienden a arriesgarse más en los negocios, ya que el fracaso no se debe tanto a ellos mismos sino a la voluntad divina. Esto ha generado que las regiones más ricas sean aquellas en las que ha triunfado la reforma protestante, ya que las personas triunfadoras sienten que sus circunstancias son una manifestación de la voluntad divina.  

    Origen multifactorial del síndrome del impostor.
    El síndrome del impostor tiene un origen multifactorial.

    Crítica excesiva durante la infancia.

    La presión por destacar en todos los campos, unida a las comparaciones constantes con otras personas de su entorno, desmerecieron los propios logros, reduciendo el desarrollo adecuado de la autoestima.

    Poco refuerzo emocional durante la infancia.

    No son pocos los padres que sólo aprueban los logros más superficiales de sus hijos sin validar sus sentimientos, lo que hace que crezcan ligando el afecto al éxito laboral o a la demostración de sus capacidades. Esto hace que, de adultos, teman el fracaso y que se consideren insuficientes cuando no muestran ser tan válidos como les han enseñado que deberían ser.

    Perfeccionismo y autoexigencia elevados.

    El miedo al fracaso y una autoexigencia interiorizada durante la infancia y la adolescencia lleva a la persona a marcarse metas prácticamente inalcanzables que no hacen más que fomentar el bloqueo en la realización de tareas. Además, los sentimientos de culpa y el menosprecio por no alcanzar el alto nivel de exigencia en los resultados exigidos por los padres fomenta el miedo al fracaso.

    Por otra parte, el compararse con compañeros que llevan muchos años en el sector también puede hacer que la persona se considere como un fraude por no ser capaz de llegar al nivel de competencia que ha establecido como ideal.

    Atribución causal externa y bajo reconocimiento de logros.

    El considerar que tanto los éxitos como los fracasos no dependen de uno mismo y que están relacionados únicamente con la suerte genera inseguridad respecto a las habilidades de afrontamiento (capacidad para resolver las cosas adecuadamente), de manera que estas personas pueden terminar sintiendo que han perdido el control de su propia vida.

    Baja resiliencia y autocrítica.

    Las personas con baja resiliencia tienden a no sacar el aprendizaje de los acontecimientos negativos. Suelen ser perfeccionistas y sensibles a las críticas, impacientes, y sentir culpa y vergüenza ante el fracaso.

    Epidemiología del síndrome del impostor.

    En su libro “If I’m So Successful, Why Do I Feel Like a Fake: The Impostor Phenomenon”,  Joan C. Harvey asegura que al menos el 70% de las personas que han triunfado a nivel laboral se sintieron en algún momento un fraude en su trabajo, calculando que el 30% de los altos ejecutivos de todo el mundo padece este síndrome (Daniel Colomo).

    “Un estudio de Acess Commercial Finance en Reino Unido indicó que las mujeres tenían un 18% más de posibilidades de sufrir el síndrome del impostor”.

    ¿Por qué se da con mayor frecuencia en las mujeres?

    Esto puede deberse al descubrimiento del psicólogo Deaux en su investigación Sex and the Attribution Process, estudio que abordó las diferencias de género en la atribución del éxito y del fracaso: mientras que el hombre solía atribuir sus logros a su talento innato, la mujer asociaba su éxito con características inestables como el esfuerzo o la suerte; en cambio, ellas asociaban el fracaso con su incompetencia, mientras que los hombres lo asociaban con causas puntuales como la mala suerte.

    Pero esta relación entre la autoestima y la atribución diferencial de los éxitos y fracasos no es la única explicación del incremento de la probabilidad de este síndrome en las mujeres, también lo son los estereotipos sexuales: la presión social por alcanzar el éxito tanto a nivel profesional como personal puede provocar su aparición.

    El síndrome del impostor es más frecuente en mujeres.
    El síndrome del impostor es más frecuente en mujeres.

    ¿Qué colectivos son los más vulnerables?

    Los estereotipos también serían la razón por la que existen otros colectivos más vulnerables a padecer el síndrome del impostor, como el de minorías raciales y sexuales, pues suelen verse discriminadas con mayor frecuencia y han de demostrar sus capacidades con mayor fuerza.

    Por otra parte, cabe destacar que se trata de un síndrome que también está relacionado con la edad, ya que en el estudio Acess Commercial Finance en Reino Unido, alrededor del 86% de los jóvenes entre los 18 y los 34 años admitieron durante el último año que se habían sentido no merecedores de su puesto de trabajo, mientras que aquellas personas de 45 a 54 años fueron el grupo de edad que menos lo experimentó.

    ¿Cómo llegan las personas a considerarse auténticas impostoras? 

    En el momento en el que la persona con un excesivo sentido de la responsabilidad y del perfeccionismo ha de realizar una tarea, inmediatamente tiende a afrontarla con duda y ansiedad porque su alta exigencia le induce la necesidad de ser el mejor y, por ende, el miedo a fracasar.

    “Así, esta persona se plantea resolver la tarea de dos maneras: sobrepreparándose o procrastinando hasta que no le queda más remedio que afrontar la situación”.

    Una vez solventado el problema, la persona se siente aliviada, lo que refuerza este estilo de afrontamiento inadecuado. Si además otras personas elogian su trabajo -algo habitual cuando se trata de personas tan autoexigentes-, la persona comienza a sentirse culpable porque le han reconocido algo que considera inmerecido, lo que alimentará su inseguridad en la próxima tarea, en la que temerá ser descubierto tal y como él se ve: un incompetente con mucha suerte y que ha sabido engañar a los demás.

    ¿Cuáles son las consecuencias de padecer este síndrome?

    En 2016, la Universidad de Salzburgo (Austria) describió los inconvenientes más frecuentes a nivel laboral y personal de sufrir este síndrome:

    • Menor proyección laboral: Las inseguridades anteriormente descritas suelen verse reflejadas en el sueldo, ya que estas personas pueden decantarse por puestos menos destacados de alto rendimiento en comparación con los que realmente podrían llegar a acceder.
    • Peores relaciones con los compañeros: Al intentar dar la imagen de persona altamente resolutiva y competente, la persona no se abre con los compañeros ni se da a conocer por miedo a “ser desenmascarado”. Por ello, además de no pedir ayuda, puede llegar a dar la imagen de ser una persona poco cordial y autoritaria.
    • Trastornos psicológicos: Tal y como se ha descrito anteriormente, estas personas suelen tener una baja autoestima y un pobre autoconcepto al fallar a pesar de considerar que el fracaso no es una opción. Todo ello suele desencadenar un estrés importante, que puede llegar a generar trastornos como la ansiedad o la depresión.
    • Sobrecarga de trabajo: El ser tan autocrítico y exigente suele llevar a no delegar el trabajo y a prolongarlo en pos de alcanzar la perfección deseada, trabajo que, probablemente, comienza a realizarse tras un posible periodo de bloqueo mental.
    Sobrecarga de trabajo.
    Estas personas suelen acabar con una sobrecarga de trabajo.

    ¿Cómo se puede superar el síndrome del impostor?

    Cuando el síndrome del impostor ha llegado a afectar la propia autoestima, es recomendable acudir a terapia psicológica. Así, con el apoyo del psicólogo, la persona superará el síndrome del impostor:

    Expresando lo que se siente.

    Hablar sobre cómo se siente uno mismo puede ayudar a comprenderlo mejor y a ver que esas inseguridades forman parte de la vida, pero que no han de bloquear sino servir para poner remedio a dichas situaciones. Escribir sobre cómo se siente también puede servir como punto de partida para poder analizar qué hay de cierto y qué es fruto del miedo.

    Haciéndose consciente tanto de los logros como de los fracasos.

    Anotar cada éxito y fracaso incluyendo si se cree que es algo que ha dependido de uno mismo y si es una situación que podría volver a darse en otras circunstancias. Tras reflexionar sobre dichas circunstancias, puede contrastarse la información con alguien del entorno.

    También es recomendable anotar los puntos fuertes y débiles tanto a nivel laboral como personal, de manera que se pueda plantear una estrategia de crecimiento personal.

    Utilizando la crítica de manera constructiva.

    Si no existiera la crítica las personas no podrían desarrollar sus cualidades. En lugar de centrarse en lo negativo, es recomendable plantearse cómo se puede mejorar en base a las propias capacidades.

    Dejando de procrastinar y superando el perfeccionismo.

    Dejar las tareas para después sólo sirve para incrementar los sentimientos de ineptitud. Por ello, una vez hecha la lista de tareas pendientes, puede ser aconsejable empezar por las más difíciles, para incrementar la sensación de logro.

    También es recomendable ser práctico, teniendo en cuenta que a veces es mejor hacer varias cosas bien que sólo una perfecta.

    Plantearse metas realistas y ver los errores como experiencias de aprendizaje es fundamental para afrontar el perfeccionismo.

    Aprendiendo a poner las inseguridades en perspectiva.

    Aunque es normal sentirse inseguro ante nuevos retos profesionales, sentirse incompetente después de haberse formado y de haber adquirido cierta experiencia es algo inútil. Se debe tener en cuenta que todo va mejorando con la experiencia. No se puede comparar a un recién licenciado con un profesional con varios años de experiencia.

    Psicoterapia del síndrome del impostor.
    Psicoterapia del síndrome del impostor.

    Aceptando la responsabilidad de las propias acciones.

    Atribuir tanto el éxito como el fracaso a las decisiones que uno ha tomado, de manera que se aprenda la utilidad de haber actuado de dicha manera. No perder de vista que a uno le quieren por ser cómo es y no por sus logros, de manera que pueda darse permiso para ser uno mismo.

    Cambiando el marco de referencia.

    Las exigencias autoimpuestas y la constante comparación con los logros ajenos es lo que genera insatisfacción con los resultados y sufrimiento. Por ello, es recomendable acudir al psicólogo, especialmente cuando ya se tienen síntomas de ansiedad o depresión.

    En definitiva, aunque es lógico sentir inseguridad ante nuevos retos profesionales, no lo es tanto sentirse un fraude cuando se ha demostrado tener conocimientos y experiencia suficientes para dicho cargo. A pesar de que hayan podido influir otros factores externos a la hora de conseguir dicho puesto, la valía sigue estando presente.


    Referencias bibliográficas.

    • ¿Qué es el síndrome del impostor? (2019). Hola. Enlace.
    • ¿Tengo el síndrome del impostor? ¿Cómo puedo lidiar con él? (2020). Noticias en Salud. Enlace.
    • Baltazar, E. (2017). El silencioso mundo del impostor. Revista Expansión México. Enlace.
    • Cores, N. F. (2020). Síndrome del impostor: qué es, cómo identificarlo y cómo mantenerlo a raya. 20 Minutos. Enlace.
    • González Moreno, P. (2019). Síndrome del impostor, un trastorno inconfesable que puede superarse. Agencia EFE. Enlace.
    • González, A. (2020). Síndrome del impostor. Definición, causas y síntomas. Grupo Atico34. Enlace.

    Autora.

    Mª Victoria Orbe Valls - Psicóloga Clínica

    Mª Victoria Orbe Valls es psicóloga general sanitaria. Está graduada en Psicología por el CES Cardenal Cisneros (Universidad Complutense de Madrid). Cuenta también con los másteres de Psicología General Sanitaria (Universidad Antonio de Nebrija) y Sexología Clínica y Terapia de Parejas (Instituto Superior de Estudios Psicológicos), así como con formación en Mindfulness y grafopsicología. En la actualidad compagina su actividad como psicóloga con la divulgación científica. Es psicoterapeuta en Nuestro Psicólogo en Madrid y colaboradora en este Blog.


     

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