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Los celos familiares

    Celos durante el Embarazo

    Los celos familiares son un sentimiento que aparece con mucha frecuencia. Es muy importante reconocerlos para evitar futuros problemas. Los celos pueden afectar a todos los miembros de la familia y aparecer en distintas situaciones.

    Los celos: ¿Qué son los celos familiares?

    Los celos en la familia se pueden considerar como la reacción emocional que aparece cuando una miembro de la familia siente una sensación de pérdida hacia otro familiar al que “consideraba suyo”.

    La clase más frecuente de celos son aquellos que aparecen cuando un individuo tiene una sospecha o preocupación ante la posibilidad de que el sujeto amado esté prestando más atención a una tercera persona. 

    Podemos afirmar con rotundidad que los celos son un sentimiento universal, que aparece en todas las culturas. Se da tanto en hombres como en mujeres, en niños y adultos. Cuando estos celos que podríamos llamar normales, aumentan de intensidad pueden ocasionar un serio problema a la persona que los padece. En casos graves hablamos de celos patológicos o celotipia.

    En este artículo nos vamos a ceñir al ámbito familiar. Vamos a analizar las reacciones de celos que pueden aparecer en distintos momento evolutivos de las familias. En primer lugar vamos a hablar de los celos que aparecen con la llegada de un nuevo miembro.Veremos como pueden aparecer desde el momento en que se conoce la “feliz noticia” del embarazo de la madre.

    Es muy frecuente la aparición de celos en la familia
    Es muy frecuente la aparición de celos en la familia

    Los celos en la familia durante el embarazo.

    Una familia puede ser muy feliz hasta la llega de un niño, incluso antes de que se produzca el nacimiento. Los celos hacia él pueden enturbiar la vida familiar. ¿Cómo podemos afrontar un problema tan delicado como este?

    Desde la infancia, a cada uno se le enseña que los celos no son buenos y que son una emoción a evitar. Sin embargo, son probablemente la respuesta más corriente a los cambios de situación que van apareciendo en nuestras vidas.

    Algunas clases de celos son muy fáciles de identificar, como por ejemplo la envidia por el trabajo o el sueldo de nuestro vecino. Pero en otras ocasiones, el  individuo no puede comprender que los celos son la emoción que le está perturbando y haciendo infeliz.

    El nacimiento de un nuevo bebé puede ser una de estas situaciones que inquieta y trastorna a alguno de los miembros de la familia.

    El primer embarazo de un matrimonio o de una pareja puede producir cambios significativos en sus relaciones personales. Por muy querido que sea el embarazo, aunque hayan pensado en el niño y le hayan deseado de mutuo acuerdo, puede que no sea fácil aprender a convivir entre tres personas en lugar de dos.

    Cuando el padre está celoso durante el embarazo.

    Algunos hombres tienen sentimientos de celos en la familia al ver a su mujer  aumentar de tamaño con el embarazo. A veces el hombre envidia la creatividad de la mujer, el hecho de que pueda ser capaz de tener a un hijo en su seno.

    Puede resultarle desagradable la forma en que el niño consigue más y más del cuerpo de su pareja y al mismo tiempo se va apoderando de los pensamientos de ella cada vez con más intensidad, dejándole a él al margen y haciéndole sentirse como un extraño.

    En otras ocasiones, la situación se equilibra y muchos hombres disfrutan viendo a su mujer embarazada, se enorgullecen ante el resultado que demuestra  su virilidad y, en ocasiones, pueden disfrutar con su pareja de la serenidad y el encanto que con frecuencia  conlleva el embarazo.

    Los celos al final del embarazo
    El padre puede sentir celos al final del embarazo

    Los celos al terminar el embarazo.

    En las últimas fases del  embarazo puede cambiar esta situación. Algunos hombres piensan que el cuerpo de la mujer se deforma  y afea.  Muchas las mujeres no quieren tener relaciones sexuales porque no  se consideran deseadas y se sienten faltas de atractivo.

    Esta ausencia de deseo sexual en la mujer la quitará la espontaneidad al hacer el amor. Además puede aumentar los celos que el padre sienta respecto del  bebé.  Éste será siempre el culpable de la situación. ¡Aún no ha nacido el bebé  y ya afecta a sus sentimientos… y a su vida sexual!

    Las relaciones sexuales pueden resultar  a menudo difíciles porque les falta seguridad sobre cómo realizar el coito durante el  embarazo. Muchas parejas necesitan la seguridad de que pueden tener relaciones sexuales en este momento del embarazo. Necesitan saber que estas relaciones son naturales. Sólo en casos muy excepcionales, están carentes de riesgo.

    Hablar de los celos nunca es fácil, pero sí la pareja prueba a hacerlo con franqueza y sinceridad, la tensión acumulada puede verse considerablemente reducida. Estas conversaciones dan, además, la oportunidad de examinar cómo pueden desarrollar más fácilmente sus relaciones sexuales en las últimas semanas de gestación.

    Al igual que los hombres, también las mujeres pueden sentirse atrapadas por los celos en la familia. Las mujeres envidian a menudo a  las embarazadas, y no es raro que una abuela envidie la fertilidad de su hija o de su nuera, especialmente si  cuando era más joven  disfrutó de la experiencia de ser madre.

    En estos casos los celos en la familia se entremezclan con la alegría del recién llegado a la familia.

    Los celos después del parto
    Tras el parto los celos se experimentan profundamente

    Los celos en la familia después del parto.

    Durante el embarazo muchas parejas niegan reconocer que el niño que está en camino haya alterado sus vidas. Después del parto y cuando el bebé se encuentra ya en la casa, es imposible ignorar el efecto que su presencia supone en la relación entre los padres. Es esta una etapa en la que con frecuencia, los celos en la familia son experimentados más profundamente.

    El padre puede tener celos.

    La madre está continuamente dedicada al cuidado del bebé. Cuando está libre de tareas, a menudo se encuentra agotada y falta de sueño y tiempo para sí misma. Si ha sido el primer hijo, se suma además  una ansiedad materna que puede ser devastadora:

    Tiene que comprobar a cada instante si el niño se encuentra “perfectamente bien”. Todos los cuidados le parecen insuficientes. Puede  llegar a convertirse en una fanática de la limpieza en relación al bebé.

    No es extraño que el padre se sienta ignorado y marginado por mucho que con su mejor voluntad trate de comprender la situación.

    Algunos sentimientos de envidia pueden ser muy infantiles. Por ejemplo, los celos del padre cuando “su mujer” dar de mamar al bebé. Puede sentir que él tiene un derecho de propiedad exclusivo sobre sus senos, que el niño ha robado.

    El bebé es mecido y acunado cerca del pecho materno, y el padre desearía estar él en esa situación.

    La madre puede estar celosa.

    De igual modo, la mujer puede sentir celos en la familia por la libertad del hombre.

    Él sigue teniendo contactos con el mundo exterior. Sale cada mañana a la calle para pasar el día en compañía de otros adultos. Mientras tanto, ella se encuentra “encerrada” con la rutina interminable  de cuidar del niño.

    La mayoría de las parejas descubren que el nacimiento de un niño aporta muchas nuevas alegrías, sobre todo si éstas han sido compartidas por los dos desde el comienzo del embarazo.

    Cuando los dos  se han ven  implicados en el parto, para el padre es mucho más fácil sentir que el niño le pertenece también a él: El bebé es también algo suyo.  Esto significa que también disfrutará compartiendo  con su esposa las tareas de bañar y alimentar al bebé.

    Algunos hombres no quieren estar presentes en el parto y se debe respetar ese deseo suyo.  Nada se gana con obligarlos, sobre todo si ven el parto como un castigo por el que tiene que pasar su pareja,  en vez de considerarlo como una experiencia a compartir entre los dos.

    A veces, aunque el padre y la madre se esfuercen por compartir el niño, surgen problemas. La madre probablemente agradecerá la ayuda que presta el padre. Se sentirá aliviada al compartir con él, la responsabilidad por el niño. Pero a veces sus sentimientos no son tan claros. Sobre todo si advierte que él, en el cuidado del niño, resulta tan eficaz como ella.

    La presencia masculina, fuerte y grande, puede dar tranquilidad y seguridad a un bebé enfadado o  inquieto. Esto hace que el padre experimente una sensación de eficacia. Sin embargo, la madre se sentirá insegura sobre su capacidad para cuidar del niño.

    El padre que cuida del bebé
    Cada vez es más frecuente que el padre cuide del bebé

    Cambio de roles en la familia.

    La sociedad tradicional ha establecido y educado a las mujeres con un instinto maternal que, de forma natural, las empuja al cuidado de los niños. Pero hoy en día los roles de la pareja están cambiando de forma acelerada. En muchas familias la mujer trabaja y gana un sueldo y el hombre desempeña las “tareas del hogar”.

    Hoy vemos con naturalidad que los hombres puedan cuidar de los niños con eficacia, paciencia y afecto.

    Esta actitud hace que los padres tengan una mayor libertad en los papeles que desempeñan en su matrimonio. A veces puede provocar confusión e inseguridad en algunas mujeres. “Si él es capaz de hacer “mi trabajo” mejor que yo, entonces ¿qué me queda a mí?”

    En ciertos casos, la pareja decide que el hombre permanecerá en casa con el niño. Mientras tanto, la mujer prosigue su carrera profesional. Esta experiencia puede funcionar y funciona en muchas parejas. A veces puede ocurrir que cuando el bebé crezca y conozca otras familias experimente una cierta confusión acerca de los roles del hombre y la mujer.

    Pese a todo, esta situación es tan relativamente nueva, que resulta difícil estimar su efecto en los niños. Posiblemente no tenga ninguno. Yo particularmente creo que los niños viven con naturalidad este intercambio de papeles.

    Aprender a vivir con una tercera persona es posiblemente uno de los retos más difíciles para cualquier matrimonio. Aún así, la mayoría de las parejas resuelven este problema y adaptan  sus relaciones a la presencia del niño.

    Todo es más fácil cuando las relaciones son intensas y se han establecido vínculos de confianza y participación.

    Se puede renunciar a “estar solos y juntos” y cuidar de una tercera persona, sin que ello suponga problemas adicionales.

    Celos con el primer hijo
    El primer hijo puede provocar celos en la familia

    Otros tipos de celos que aparecen en la familia.

    Hasta ahora hemos hablado de los celos que pueden surgir tanto durante el embarazo como después del parto. Estos celos pueden afectar tanto al padre como a la madre. Ahora veremos algunas otras situaciones:

    • Los celos de los padres cuando el hijo abandona la casa.
    • Celos paternos cuando alguno de los padres es muy dominante y posesivo.
    • El caso más frecuente: Los celos de los hermanos con el recién nacido.

    Los celos en los padres cuando los hijos dejan la casa.

    Algunos padres empiezan a sentir celos de sus hijos cuando crecen. Suele suceder cuando el hijo o la hija se marchan de la casa para comenzar su propia vida. Muchos padres envidian las oportunidades que su hijo tiene:

    • Por ejemplo la suerte de permanecer en la escuela o ir a la Universidad.
    • Pueden imaginar a su hijo haciendo cosas que ellos nunca hicieron y desearían haber realizado.
    • Muchos padres piensan en la “vida loca” que llevan sus hijos. Se obsesionan en loss viajes a otros países con el plan “Erasmus”.
    • Pueden envidiar los trabajos en algún atractivo o exótico país extranjero.

    En esta etapa, los celos pueden afectar seriamente al hijo y a su relación con los padres.

    Los padres celosos de sus hijos
    Los padres pueden llegar a sentirse celosos de sus hijos

    Los celos familiares con padres muy dominantes.

    Esta situación puede afectar tanto al padre como a la madre. En general se suele producir de forma cruzada. El padre dominante tiene celos de “su niña”. La madre dominante y posesiva no deja vivir en paz a “su pequeño”.


    El caso de Javier.

    Todos conocemos casos donde está situación aparece con mayor o menor intensidad. Para ilustrar mejor el tipo de relación veamos el caso de Javier, un chico adoptado. Su madre deseaba desesperadamente un bebé, pero tuvo que desistir tras múltiples intentos recurriendo a las técnicas más modernas. Al final convenció a su marido para adoptar. Era tal el deseo por el hijo, que exigió a Javier un amor total. A Javier le resultaba casi imposible someterse a las exigencias de su madre. En realidad tantas exigencias surtían el efecto contrario: casi le repelían.

    Javier fue un brillante estudiante de bachillerato y se marchó a la universidad. Esto supuso un serio revés para la madre. Ésta para manifestar su “alegría” sólo consiguió decir “Ahora sí que le he perdido para siempre”. Más tarde, Javier se casó, y su madre se volvió muy celosa de las relaciones entre su hijo y su familia política. Hay que decir que estas relaciones eran completamente normales. Las quejas de la madre iban en aumento con los años y hablaba de su vejez y sus múltiples achaques. Continuamente estaba diciendo: “Viejo, enfermos y solos. Así nos vamos a ver. Hijo mío, tendrás que venir a cuidados.”

    En la situación de Javier o en otras situaciones parecidas, las constantes exigencias de los padres para que sus “niños” les quieran y estén siempre a sus órdenes, dan lugar a una relación cargada de tensión y sentimientos de culpa. Probablemente lo peor de todo esto, sea que cuando los padres enfermen de verdad, la primera reacción de los hijos sea la huida. Las residencias de ancianos están llenas de madres y padres solitarios cuyas excesivas exigencias y afán de dominación frustraron a sus hijos.

    Los celos con padres autoritarios
    Los padres autoritarios pueden desarrollar celos.

    Celos y rivalidad entre hermanos.

    Cuando el embarazo no es el primero y ya existen hijos en la familia, debemos prepararnos para un gran reto: Los celos y la rivalidad entre hermanos. Con la confirmación del embarazo, preparar a un niño sobre la llegada de un nuevo hermanito, puede resultar crucial para sus relaciones futuras. Es muy importante hacer saber a los niños que no van a perder el cuidado y el cariño de los padres, que el nuevo bebé no les va a reemplazar. Si tienen edad suficiente, un año o más, se les debe informarles sobre la llegada del bebé, preferiblemente al comienzo del embarazo.

    Es de gran ayuda implicar a los hermanos en la evolución del embarazo. Es bueno dejarles sentir los movimientos del futuro bebé dentro del seno materno. Cada vez son más los médicos que permiten a los niños escuchar los latidos del hermanito en sus consultas. Es más que probable que los hermanos sientan un cierto desamparo y reciban menos cuidados y atenciones con las prisas que rodean el momento del parto. La madre estará ausente en el hospital, al menos durante unos días, y cuando regrese tiene una formidable tarea: un nuevo niño al que cuidar.

    Es importante en esta etapa, que los niños empiecen a asumir una relación propia con el bebé. Los hermanos mayores necesitan sentir que juegan un importante papel en el cuidado del nuevo niño. Es de gran ayuda animarles a hablar y a tocar al bebé y es una idea excelente conseguir que el hermano mayor se involucre y ayude a bañar al pequeño, espolvorearle talco o aplicarle pomada.

    Los celos entre hermanos
    Los celos entre hermanos son tan antiguos como la humanidad

    Cómo puedes actuar para evitar los celos.

    Esta intervención de los niños en la vida del bebé es muy importante. Además los hermanos también necesitan pasar algún tiempo a solas con sus padres. La lectura de un cuento al hermano mayor mientras el bebé está dormido. Jugar uno de los padres con el mayor mientras el otro se queda al cuidado del bebé. Estas actividades pueden ayudar a reducir los celos que sienten los niños. Tampoco hay que desesperarse si resulta imposible eliminarlos por completo. Los celos sólo son un problema cuando escapan a todo control. Si los sentimientos de envidia resultan equilibrados y son tenidos en cuenta por los padres en cuanto aparecen los primeros signos, pueden controlarse adecuadamente y desarrollarse relaciones saludables entre padres e hijos y entre los mismos hermanos.

    Los celos son una emoción muy destructiva y pueden envenenar cualquier relación si no son tenidos en cuenta. Si el padre y la madre están pendientes de los hijos y comprenden que cada uno de ellos tiene un papel que desempeñar, puede que nunca surjan los celos. Tanto para los hijos como para los padres es muy importante comprender que cada miembro de la familia puede tener una buena relación, con frecuencia diferente, con el nuevo bebé y seguir teniendo al mismo tiempo una sana relación con cada uno de los demás.

    Solicitar ayuda especializada.

    Conseguir estos objetivos, a menudo no es nada fácil. Algunas parejas caen en la desesperación y comprenden que no pueden resolver ellos solos estos problemas. En estos casos, recurrir a la ayuda especializada de un psicólogo, puede resultar decisiva para minimizar los problemas. Los celos pueden llegar a formar parte permanente de las relaciones familiares, pero si quién los sufre, comprende por qué está celoso y qué es lo que le hace sentirse celoso, podrá afrontar mejor el día a día y la vida puede ser mucho más feliz para todos. El hecho de examinar y poder entender la naturaleza de sus problemas puede contribuir a relativizar y minimizar los sentimientos de celos, a hallar la forma de tratarlos adecuadamente y dar un nuevo impulso a las relaciones familiares.


     

    Referencias bibliográficas.

    • D’Harcourt, N. (s.f.) “Celos entre hermanos”. Enlace.
    • Los celos en la etapa infantil. 2012. Revista digital para profesionales de la enseñanza. Enlace.
    • Palacios, J. Marchesi, A. Coll, C. (1991). Desarrollo Psicológico y Educación. Madrid. Alianza.
    • Recuero Gonzalo, R., Bonet de Luna, C. (2005). “Los celos infantiles”. Pediatría Atención Primaria VII, nº. 27: 53-61. Enlace.

     

    Autor.

    Gerardo Castaño Recuero

    Gerardo Castaño Recuero trabaja como psicólogo y psicoterapeuta en el Centro “Nuestro Psicólogo en Madrid”. Ha estudiado Psicología en la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. Posee el título de Máster en “Terapia Focalizada en las Emociones” (TFE). Ha realizado el curso Master de “Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica”.


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