Buscar el mejor psicólogo de Madrid o de tu ciudad no es tarea fácil. Casi todas las personas, en algún momento de su vida, necesitan ayuda psicológica. Se ven desbordados y no son capaces de solucionar por ellas mismas los problemas que les abruman. En esas circunstancias es necesario buscar ayuda especializada. Si vives en una ciudad como Madrid, con miles de profesionales, encontrar un buen psicólogo, para ti o para tu familia, puede ser toda una aventura. En las próximas líneas intentaremos ayudarte en este proceso.
¿Necesito un psicólogo? ¿Debo buscar ayuda psicológica?
A lo largo de la vida surgen multitud de circunstancias que nos crean problemas emocionales. Hay situaciones que alteran nuestro equilibrio mental. Otras veces nos enfrentan a las personas que nos rodean y en definitiva, nos crean un alto grado de ansiedad o malestar psicológico.
En estas situaciones, que por desgracia son más frecuentes de lo que quisiéramos, puede que nos hagamos la pregunta ¿necesito ayuda psicológica? ¿Debería recurrir a un profesional? ¿Necesito un psicólogo que me ayude a enfrentarme a estos problemas?
Mecanismos de defensa.
Antes de contestar a estas preguntas, debemos aceptar que tenemos un problema. A veces, algo que para todos los que nos rodean, es evidente, para nosotros mismos, es más complicado de ver. Esto es debido a que nuestra percepción de la situación problemática es errónea. Podría decirse que ante una situación desagradable, nos ponemos una venda en los ojos. De este modo, no vemos lo que no queremos ver.
Nuestra percepción de la realidad puede verse alterada por distintos mecanismos de defensa. Los mecanismos de defensa son estrategias psicológicas inconscientes que usamos para enfrentarnos a la realidad. A veces para negarla, suavizarla o enmascararla. La finalidad es no aceptar o “suavizar” algún hecho que nos resulta doloroso.
Algunas personas ante una ruptura amorosa traumática se niegan a aceptar la pérdida de su pareja. Niegan la realidad (mecanismo de negación) y viven pensando que volverá de un momento a otro. En otras ocasiones son mecanismos de desplazamiento, de racionalización, de sublimación etc.
No tengo ningún problema.
La consecuencia final es que estos mecanismos no nos dejan ver y aceptar un problema que para todos los demás resulta evidente. Al cabo del tiempo, bien por nosotros mismos o con la ayuda de nuestros familiares más cercanos, aceptaremos que tenemos un serio problema emocional.
Parece evidente, que en este punto lo más lógico sería acudir a un profesional, a un psicólogo que nos ayude. Pero por desgracia, no siempre hacemos lo más lógico, y buscamos escapatorias antes que enfrentarnos a la realidad:
“Seguro que con el tiempo se soluciona…”
“Esto lo puedo superar yo sólo”,
Estas son algunas de las excusas que con frecuencia ponemos y que nos pueden desviar del camino de solicitar ayuda profesional.
Señales de alarma.
Ahora bien, ¿qué señales de alarma debería tener en cuenta a la hora de decidir si recurrir a la búsqueda de un psicólogo? Estas señales de alarma pueden ser muy variadas:
- La pérdida de control es un signo importante para recapacitar. Si en un momento dado no puedes controlar tus emociones (agresividad, tristeza) o tus impulsos (no puedes dejar de comer, te has hecho adicta al consumo de sustancias tóxicas o al juego o a las compras compulsivas) debes plantearte seriamente la posibilidad de pedir ayuda.
- A veces pueden ser rasgos de carácter como la timidez. Estos rasgos pueden acentuarse hasta convertirse en una fobia social que limita tu vida y tus actividades.
- Síntomas somáticos que no están justificados por patologías orgánicas: cefaleas, palpitaciones, sudoración copiosa, diarreas, falta de aire, opresión precordial, hipertensión etc.
- Cambios bruscos y frecuentes del estado de ánimo en una persona que normalmente tenía un comportamiento estable.
- Las alteraciones del sueño, como el insomnio, son un síntoma constante en muchas alteraciones del estado de ánimo, que nos pueden alertar sobre un problema latente.
- Dicen que la vida supera siempre a la mayor ficción, y por desgracia, así es y en muchas ocasiones nos encontramos ante situaciones trágicas e inesperadas, que nos sobrepasan completamente sin saber reaccionar.
- Hay momentos en los que sientes que la vida no tiene sentido, que has perdido la ilusión, que te sientes vacío, sin alegría, sin ganas de vivir. Pueden ser momentos puntuales o puede ser el comienzo de una profunda depresión.
- Estados de estrés, de ansiedad o de angustia que se perpetúan en el tiempo y no parece que se vayan a solucionar.
Situaciones críticas.
- Por supuesto un intento de suicidio debe ser tratado de forma urgente por psiquiatras y psicólogos.
- Los ataques de ansiedad o ataques de pánico, son un cuadro agudo que merece ser atendido inmediatamente. En urgencias médicas, en primer lugar y después con un psicólogo experto en ansiedad.
- Los brotes psicóticos, con alucinaciones o ideas delirantes son cuadros graves que se deben derivar a urgencias psiquiátricas.
Consulta con el especialista.
Hay muchas más señales de alarma que te deben hacer recapacitar. Deberás plantearte si tú eres capaz de soportar esa tensión o por el contrario, ha llegado el momento de pedir ayuda psicológica, de consultar con un psicólogo que nos ayude a afrontar adecuadamente la situación.
Como norma general podríamos decir que ante estas señales de alarma, deberemos recurrir a la ayuda del especialista, cuando ya has intentado por ti mismo solucionar los problemas y no lo has conseguido, y además estos problemas empiezan a interferir de forma importante en tu vida laboral, familiar y social.
Este es el momento para que llames a un psicólogo. El simple hecho de tomar la decisión hará que te sientas aliviado.
Necesito ayuda psicológica.
Algunos madrileños que han decidido iniciar una terapia psicológica, centran todos sus esfuerzos en buscar el mejor psicólogo de Madrid para que se haga cargo de su tratamiento. Me parece lógico querer lo mejor para uno mismo o para tus seres queridos más cercanos, pero esto no siempre es fácil.
Por desgracia la psicología no es un deporte olímpico ni una prueba de atletismo donde podamos medir la velocidad, la resistencia o la potencia de un atleta. Si así fuera, tendríamos un ranking en función de la disminución de ansiedad en cada consulta, o del grado de autoestima acumulado en un tratamiento. Pero en psicología casi nada es cuantificable y nos movemos en el mundo de los sentimientos y las emociones.
Lo que ocurre dentro de una consulta de psicoterapia va más allá de lo que podemos pesar o medir. ¿Hay unidades para medir la confianza? ¿Se puede pesar el dolor o la tristeza? ¿Con qué métrica podemos expresar la empatía o la comprensión?
¿Cómo elegir un buen psicólogo?
La psicoterapia es un proceso complejo en el que entran en juego una gran variedad de factores. Unos dependen del paciente. Otros dependen del terapeuta y otros del entorno de la consulta.
La búsqueda del mejor psicólogo puede ser distinta para cada paciente. Algunos pueden preferir que sea un hombre. Otros, estarán más cómodos con una mujer. Pueden preferir a alguien mayor con mucha experiencia o alguien más joven con el que se sienta más próximo. Pueden buscar infinidad de variantes personales en su terapeuta. También pueden buscar distintas escuelas psicológicas: humanista, psicodinámica, conductista, etc.
Buscando el mejor psicólogo de Madrid.
En este punto el individuo que busca un psicólogo se suele encontrar bastante abrumado. Salvo que tenga algún familiar o conocido, que le recomiende encarecidamente a un terapeuta, lo normal es que recurra a internet y trate de encontrar en Google, la solución a su problema.
Escribir en el buscador “mejor psicologo Madrid” es una de las decisiones que toman muchos madrileños. Por supuesto, el buscador les devuelve miles de nombres, clínicas, centros o consultas de psicología. El problema empieza ahora al tratar de seleccionar entre tantos datos “el mejor psicólogo de Madrid”.
Ante esta avalancha de datos, cada paciente debe buscar de acuerdo a sus características personales, el psicólogo que piense que más se adapta a sus necesidades. Puede concertar una primera cita y ver si responde sus expectativas.
Rasgos de “los mejores psicólogos de Madrid”.
Como norma general creo que los principales factores a tener en cuenta son:
- Profesionalidad: Estamos hablando de profesionales, luego debemos exigir una titulación. Internet está llena de charlatanes. Busca un psicólogo colegiado en Madrid y con autorización legal para ejercer la psicoterapia.
- Como buen profesional es aconsejable que tenga un seguro de responsabilidad civil. Deberá estar dado de alta en la seguridad social.
- Es aconsejable que tenga alguna especialización o algún Máster realizado en el área psicológica que a ti te interesa.
- Es importante que el psicólogo tenga empatía. Entendemos por empatía la capacidad de una persona para ponerse en el lugar de otro y tratar de comprender sus sentimientos, sus emociones y su visión del mundo en general.
- Además de la empatía el psicólogo debe ser un buen comunicador. De nada sirve que el psicólogo comprenda al paciente, si luego no se lo sabe transmitir. El paciente acabará con la idea de su psicólogo “no le entiende” o lo que es peor “pasa de él”.
- La paciencia es una virtud importante. La terapia puede ser dura y compleja y el psicólogo debe saber esperar, para no frustrarse y malograr el tratamiento.
- El psicólogo debe evitar actuar como juez acusador. Aunque un paciente piense de forma opuesta a él, debe evitar juzgar y criticar al paciente.
- Evitar la severidad. El psicólogo debe ser accesible, abierto y receptivo. Así el paciente encontrará un entorno cómodo donde expresarse con libertad y confianza.
- Es importante que el psicólogo sepa escuchar al paciente. No solamente lo que dice, sino cómo lo dice. No se debe interrumpir al paciente continuamente.
En resumen:
El psicólogo debe ser objetivo y sincero. Debe huir de los prejuicios y estar dispuesto a analizar su comportamiento y reconocer posibles errores. La terapia es un camino difícil, donde muchas veces las expectativas del terapeuta se frustran por la actitud del paciente. El psicólogo debe ser capaz de analizar en sí mismo las reacciones que le provoca el paciente cuando actúa de forma distinta a la esperada.
La ética debe estar presente siempre en la relación paciente y psicólogo. No sólo para guardar el secreto profesional e intentar siempre ayudar al paciente, sino para en los casos donde el psicólogo comprende que la terapia no progresa, ser capaz de derivarla a otro especialista más cualificado.
Prueba hasta que aciertes.
Averiguar todas estas cosas en una primera entrevista no es tarea fácil. Por eso yo digo a mis posibles pacientes que expresen todas sus dudas y sus miedos en la primera consulta. Los pacientes deben salir de la consulta con la idea clara de si ese psicólogo les conviene o les será útil para resolver sus problemas.
Como psicólogo, animo a todos mis pacientes a que se expresen con libertad, me formulen sus inquietudes, me pregunten cualquier cuestión en relación con mi trabajo o sus problemas emocionales. Tienen derecho a saber cómo trabajo, cual es la frecuencia y duración ideal de las sesiones, el pronóstico y lo que pueden esperar de la terapia.
En mi consulta de psicoterapia en Madrid, trato de ofrecer a mis pacientes un ambiente relajado, un trato próximo y cordial. Trato de darles la mayor confianza y procuro ponerme en su lugar para comprender sus sentimientos y emociones.
La historia de Pedro.
En este punto tomo la historia de Pedro, nombre ficticio de un paciente que me ha dado permiso para narrar sus peripecias para encontrar un psicólogo en Madrid. Pedro es un chico de 27 años que un buen día, completamente desbordado por la situación que vivía, se levantó con el propósito de buscar un psicólogo que le pudiera ayudar a solucionar sus problemas.
Pedro, es un chico que vive en Madrid, hijo de padres humildes, que cursó sus estudios primarios con muy buenas notas. Inició estudios en ingeniería de Telecomunicaciones y los concluyó con excelentes calificaciones. Marchó un año a Inglaterra para continuar su formación de postgrado. Volvió a España, atraído por la incipiente recuperación económica, para buscar trabajo y pasar más tiempo con su novia “de toda la vida” a la que echaba mucho de menos.
De nuevo en Madrid, inició un maratón de entrevistas profesionales, mandó decenas de ejemplares de su currículum a empresas del sector, contactó con compañeros en la misma situación y poco a poco se fue desesperando, viendo como pasaban los meses, teniendo que vivir a costa del escaso salario familiar. Su humor, siempre alegre, fue cambiando poco a poco. Empezó a irritarse con cualquier cosa, a beber más de la cuenta y amanecer alguna mañana con los efectos de una desagradable resaca.
De forma casi imperceptible empezó a perder la ilusión por las cosas que siempre le habían gustado. Dejó de hacer deporte y jugar al fútbol con sus amigos. Cada vez le apetecía menos salir y solo tenía ganas de quedarse en casa, tirado frente al televisor o jugando a la Play.
El médico de cabecera.
Las broncas familiares empezaron a ser una rutina constante. Fueron pasando los días hasta que una mañana decidió que así no podía continuar y pidió cita con su médico de familia. Contó al médico su actual situación. Éste le aconsejó un tratamiento antidepresivo y consideró indispensable que iniciara un tratamiento de psicoterapia en la seguridad social.
La administrativa del centro de salud le dijo que no podía darle cita para el psicólogo. “Las listas están completas y no puedo citarle”. Ante esta perspectiva decidió buscar un psicólogo particular. Buscó un psicólogo en Google, pero se sintió agobiado ante la cantidad de profesionales. Se leyó algunas guías para elegir un buen psicólogo y descubrió que todas decían lo mismo. Pedro se armó de paciencia y empezó a anotar en un folio los criterios de búsqueda más importantes y que coincidían sustancialmente con los expuestos con anterioridad.
La primera cita: Psicólogo conductista.
Tras una búsqueda concienzuda se decantó por un psicólogo conductista, avalado por una bibliografía interminable. El precio era de 50 euros por sesión. Acudió a la primera visita en un lujoso edificio. La sala de espera era acogedora, elegante y con unos cómodos sillones de piel.
Cuando entró a la consulta del psicólogo, se encontró con un señor mayor, vestido de traje y un despacho bien amueblado. El psicólogo le explicó detalladamente su forma de trabajar. Insistió, para su gusto demasiado, en la puntualidad, y repitió hasta en dos ocasiones que si faltaba a alguna cita, aunque fuera de forma justificada debería abonar los honorarios, pues “mi tiempo es oro y no puedo malgastarlo”.
Salió de la consulta con la sensación de que su problema era lo menos importante, de que lo fundamental era acudir puntual a las citas y eso sí, no faltar a ninguna sesión aunque estuviera enfermo. Al llegar a casa decidió buscar un profesional con amplia experiencia. En este caso era una psicóloga de orientación psicoanalítica, presencia agradable y con una página web muy bien clasificada en Google.
Segundo intento con una psicoanalista.
Acudió a la cita concertada bastante animado. El consultorio estaba en el centro de Madrid. Era un edificio antiguo y algo viejo por fuera, pero con una consulta alegre y acogedora con múltiples plantas y flores por todos los rincones. Pedro empezó a contar sus problemas. La sesión fue correcta, pero Pedro a veces no acababa de comprender todo lo que le decía la psicoanalista, pues utilizaba un lenguaje muy técnico y freudiano.
Las primeras veces la interrumpió para decirle que no entendía sus comentarios. Ella trataba de explicárselo con un lenguaje para “megatorpes” que le incomodaba. Al poco rato volvía a los tecnicismos y llegó un momento en que se sintió ridículo cada vez que pedía explicaciones y optó por asentir con la cabeza aunque no entendiera la mitad de lo que le decían.
Tercer intento: Joven psicólogo humanista.
Después de esta segunda experiencia, dejó de buscar durante varias semanas y se sintió muy desanimado, pues no veía nada claro como proseguir su búsqueda. Al final un amigo, casi le obligó a visitar a un tercer psicólogo, que había tratado a una prima suya. Se trataba de un psicólogo de orientación dinámica y humanista. El precio era bastante asequible, 40 euros por sesión y la primera de ellas con un descuento del 50%.
Concertó una cita y acudió a la consulta que estaba muy cerca de la Clínica “La Milagrosa”. Observó que el psicólogo era un chico joven, con barba corta, vestido de forma “casual”.
Pedro le contó el motivo que le había llevado allí. El psicólogo asentía mientas hablaba y le interrumpía ocasionalmente para ampliar algún detalle. Tras escuchar la historia le explicó su forma de trabajar. Le manifestó la importancia de que se sintiera cómodo y sobre todo “comprendido”. Le dijo que en la relación entre el profesional y el paciente era fundamental la confianza. Al acabar le preguntó cómo se había sentido y si le apetecería seguir trabajando.
Pedro se dio cuenta de que en la hora transcurrida no se había sentido “en el psicólogo”. Notó que había estado muy relajado, como en una charla amistosa. Antes de confirmar una próxima cita, Pedro preguntó todas las dudas que tenía en ese momento. Como las respuestas fueron bastante satisfactorias concertó una segunda cita.
Hoy Pedro lleva mes y medio en tratamiento y se encuentra mejor. En parte por el tratamiento farmacológico que ya va haciendo efecto, y en parte por la terapia psicológica. En este aspecto está trabajando de forma muy activa.
Una buena relación psicólogo-paciente.
Cuando a lo largo de las sesiones, Pedro me fue desgranando la búsqueda que le había llevado hasta mi consulta, me animé a escribir una guía para buscar psicólogo. Pero pronto comprendí que casi todo estaba ya escrito. Yo solo puedo añadir, que el factor más importante, que hace que una relación terapéutica progrese adecuadamente, es conseguir una sólida relación ente el paciente y el psicólogo.
Por desgracia, el paciente no sabe de antemano casi nada del profesional. No sabe si es una persona rígida y estirada o si tiene un trato agradable. No sabe si es capaz de sintonizar con el paciente. El paciente no puede saber si se va sentir comprendido. No conoce si le van a dar la ayuda, la orientación o los consejos que precisa. Como mucho, puede indagar por internet, buscar datos sobre cómo trabaja, recabar toda la información que pueda y animarse a dar un primer paso. Es posible que no acierte en un primer intento, pero seguro que acabará encontrando un buen profesional que para él, será el mejor psicólogo de Madrid.
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