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Las actitudes sexuales: Qué son y cómo influyen en nuestra sexualidad

Actitudes sexuales

Las actitudes sexuales forman parte de la sexualidad humana e influyen en ella, pero, ¿de qué forma lo hacen? La sexualidad es un fenómeno complejo, implicado en múltiples dimensiones de la vida.

No son pocas las investigaciones que se han focalizado únicamente en el estudio del comportamiento sexual y en las dificultades sexuales.

Esta visión actualmente resulta limitada, pues se ha visto que la sexualidad va mucho más allá de las relaciones eróticas. Incluye aspectos como la intimidad, comunicación, autoestima, autorregulación emocional, etc. La sexualidad abarcaría características biológicas, psicológicas, sociales y culturales que acompañarían al individuo durante toda su vida. Es decir, que influye en sus emociones, pensamientos y conductas.

Una dimensión que ha suscitado interés en relación a este ámbito, es la de las actitudes sexuales. En el siguiente artículo se identificarán qué tipos de actitudes sexuales existen y su repercusiones cognitivas, emocionales y conductuales. Se verá como dichas actitudes sexuales han sido (en general) diferentes en hombres y mujeres durante mucho tiempo. Por último, nos centraremos en la población adolescente y cuál es la relación que las actitudes tienen con respecto a las relaciones sexuales de riesgo.

El Hecho Sexual Humano

La sexualidad, forma parte de nuestra naturaleza evolutiva desde el momento de nuestra concepción hasta el final de nuestras vidas. Podemos decir que al Hecho Sexual Humano (HSH) se le concibe como un proceso integral donde cada persona va construyéndose y viviendo como hombre o como mujer dependiendo de sus experiencias, biología, valores… condicionando en gran parte como somos, vivimos y nos expresamos. Esta experiencia puede separarse en tres dimensiones principales, favoreciendo así su estudio.

Sexo.

Lo que se es. Habla del proceso de sexuación, de cómo nos vamos construyendo como hombres o mujeres a lo largo del tiempo. Ahora bien, este es un desarrollo complejo, que implica varios niveles (cromosómico, gonadal, hormonal, asignación sexual…) en diferentes etapas de la vida (fecundación, crianza, adolescencia, climaterio…). Se construye en base a procesos biológicos y sociales. Los primeros irán dando forma a nuestra imagen corporal según vayamos pasando de una etapa de la vida a otra. Los otros, de carácter social, asocian diferentes conductas, cuerpos, etc. a un sexo o al otro, el llamado “género”.

Sexualidad.

Lo que se siente. Hace referencia a como cada persona experimenta su condición de hombre o mujer. A medida que se va  creciendo, se toma consciencia de que existen personas de dos sexos (hombre y mujer). La sexualidad sería la forma única que cada uno tiene de percibirse y sentirse como ser sexuado.

La sexualidad es la forma de sentirse como ser sexuado
(1) – La sexualidad es la forma de percibirnos como seres sexuados.

Erótica.

Lo que se desea y lo que se hace. La erótica no puede entenderse sin lo mencionado hasta ahora. Es la forma en la que expresamos conductualmente lo que somos y sentimos. Es decir, qué deseos y gestos van acordes con nuestra manera de pensar. Implica la forma en la que entendemos las relaciones eróticas, de pareja…

¿Qué son las “actitudes sexuales”?

El concepto de “actitudes” es bastante complejo y nace de la psicología social. Si bien es verdad que no todos los autores coinciden en su definición, el término “actitud” se suele referir a la evaluación de una persona (incluido uno mismo), objeto, situación… y la posición (favorable o desfavorable) que se toma con respecto a ésta. Cualquier cosa puede ser objeto de evaluación y generar actitudes.

“Las actitudes pueden además determinar en gran medida nuestra conducta”.

Las actitudes se componen de tres dimensiones principales:

Dimensión afectiva: Apela a la valoración emocional y afectiva que se hace de un objeto, persona, situación… Implica aceptación o rechazo y se entiende como la predisposición a responder favorablemente o negativamente ante un objeto o situación específica.

Dimensión cognitiva: Es la opinión, información o creencia acerca de la probabilidad de que un objeto o situación posea unos atributos determinados. La actitud no sólo implica una evaluación (aceptación o rechazo) sino también una creencia. El componente afectivo se pondrá de manifiesto sobre todo cuando esta creencia sea objeto de controversia.

Dimensión conductual: Es el comportamiento que probablemente se deriva de las ideas y sentimientos que una persona tiene ante un objeto en particular. Obviamente, el determinante de una conducta no puede ser únicamente la actitud que se tiene de algo. Existen otras variables (ej. situación, contexto, personalidad…) que condicionan dicha respuesta.

Por supuesto, estas tres dimensiones están altamente relacionadas. Las creencias conllevan un componente afectivo-evaluativo y representan una predisposición a dar una respuesta preferencial con respecto a un objeto.

“Las tres dimensiones construyen este complejo concepto conocido como actitudes”.

A veces éstas se confunden con los valores. Sin embargo, los valores son considerados más bien como ideales abstractos independientes de cualquier objeto o situación. Resumiendo, las actitudes son una organización de creencias interrelacionadas que tiene propiedades cognitivas, afectivas y que influyen en la conducta.

Actitudes sexuales

Como ya se ha visto, las actitudes son aquellas emociones, pensamientos y conductas que pueden surgir en base a la evaluación que hagamos de un objeto, persona o situación específico.

«Las actitudes sexuales son un conjunto de creencias, sentimientos y conductas referentes al Hecho Sexual Humano (HSH)».

En el caso particular de las actitudes sexuales, las investigaciones se han centrado sobre todo en dos dimensiones principales:

En las actitudes sexuales hay posicionamiento positivo y negativo
(2) – En las actitudes sexuales encontramos la erotofóbica y la erotofílica

 

Por un lado, en la posición positiva (erotofílica) o negativa (erotofóbica) que las personas pueden mostrar hacia determinados temas sexuales. Esta posición cognitiva marca la tendencia del individuo a reaccionar de manera favorable o desfavorable ante este tipo de cuestiones.

Las personas erotofílicas tienen ideas positivas hacia lo erótico. Toman en cuenta tanto sus propias preferencias y deseos como las de los demás y son asertivas sexualmente.

Los sujetos erotofóbicos suelen concebir las conductas eróticas como dañinas y perniciosas. Suelen albergar sentimientos de culpa y vergüenza sobre la sexualidad en general.

Por otro lado, han sido objeto de estudio las posiciones ideológicas conservadoras o liberales aplicadas a distintos aspectos de la sexualidad.

Las posiciones conservadoras se suelen regir por normas éticas, sociales, tradiciones, pensamiento religioso, tradiciones… Se concibe la sexualidad como algo que debe ser acotado y organizado.

Las personas más liberales suelen apoyar una expresión de la sexualidad abierta, sin restricciones. Suelen alejarse de los tabúes y de los estereotipos que han calado en la sociedad durante tanto tiempo.

«En general, se ha encontrado que la erotofilia es más propia de personas con actitudes más bien liberales. La erotofobia normalmente está ligada a personas cuyas actitudes sexuales se pueden definir como conservadoras».

Ahora bien, esto no tiene por qué ser siempre así. Pueden existir contradicciones entre conducta y actitud a pesar de que no sea lo más común.

Actitudes sexuales y satisfacción afectivo-sexual

Las actitudes sexuales también parecen influir en la satisfacción que las personas experimentan durante sus relaciones eróticas. En varios estudios se ha constatado que las actitudes erotofílicas (actitudes más positivas y favorables ante temas sexuales) se asocian:

  • Mayores niveles de satisfacción afectivo-sexual.
  • Mayor deseo sexual.
  • Menor sentimiento de culpa en las relaciones eróticas, tanto en pareja como en solitario (masturbación).

De hecho, parece ser que los que poseen actitudes más erotofóbicas (es decir, actitudes más negativas y desfavorables ante temas sexuales) tienden a relacionarse peor con cualquier aspecto de la sexualidad:

  • Valoran de manera desfavorable la conducta erótica.
  • Suelen expresar y sentir emociones negativas hacia la sexualidad (ira, culpa, asco, miedo…)
  • Sienten ansiedad y realizan conductas de evitación cuando experimentan sensaciones y conductas de carácter erótico.

Los estudios informan que las personas erotofóbicas suelen tener menos posibilidades de comprar y consumir literatura erótica. Suelen masturbarse con menos frecuencia y suelen tener menos parejas sexuales prematrimoniales. Además, suelen experimentar menos sueños eróticos que las personas erotofílicas.

Atendiendo a los resultados, parece que sí que existe una tendencia que nos lleva a afirmar que:

«las personas con actitudes sexuales positivas experimentan relaciones eróticas más satisfactorias».

Las actitudes sexuales varían según cada sexo
(3) – Las actitudes sexuales son diferentes según el sexo

 

Actitudes sexuales y género

Las investigaciones han estudiado si existen diferencias entre hombres y mujeres en sus actitudes hacia la sexualidad. Algunos autores encuentran que, en general, los hombres tienden a ser más erotofílicos que las mujeres. Los estudios muestran como esta dimensión cobra un papel relevante en el deseo sexual. Las actitudes erotofílicas suelen mostrarse como un factor influyente y positivo en el deseo sexual en los hombres. En las mujeres, sin embargo, el deseo sexual inhibido se veía más afectado por las actitudes sexuales negativas.

Se especula que esta menor erotofilia en las mujeres podría deberse a cuestiones de género. Normalmente, las mujeres muestran una mayor tendencia a sentirse culpables con respecto a la sexualidad que los hombres. Sin embargo, en los últimos años se ha visto una tendencia diferente en los estudios comparativos entre hombres y mujeres.

Hoy día se está viviendo una revolución social y las mujeres se permiten disfrutar de su placer mucho más que antes. Investigaciones recientes hallaron en una muestra de estudiantes universitarios españoles que las mujeres no diferían en los niveles de erotofilia con respecto a los hombres y sus conductas eróticas se parecían mucho a las de sus compañeros masculinos.

Gracias a los avances en la lucha por la igualdad, las mujeres están ganando espacios que antes se les negaba. Y uno de ellos es el pleno derecho al disfrute y salud sexual. Hoy en día, cada vez está menos presente la insatisfacción afectivo-sexual en mujeres. Tampoco se están viendo resultados que reflejen que las mujeres cuenten con niveles de erotofilia más bajos.

Últimamente los estudios dejan entrever la realidad que poco a poco se va abriendo paso en nuestra sociedad.

«Existe una correlación significativa y positiva entre actitudes sexuales y satisfacción afectivo-sexual».

Ya no se hallan tantas diferencias entre hombres y mujeres en dichos resultados.

Actitudes sexuales en la adolescencia

En cuanto a la población, las investigaciones han enfocado su estudio mayoritariamente en jóvenes y adolescentes. Esto es debido a la preocupación social que existe por las conductas sexuales de riesgo relacionadas con dicha población.

Los problemas psicosociales que pueden derivarse de estas conductas de riesgo pueden ser: embarazos no planificados, infecciones de transmisión genital, interrupciones voluntarias del embarazo, etc. Sin embargo, las investigaciones en estudiantes universitarios no son abundantes. Tal vez porque se piensa que, debido al nivel cultural que posee esta población, no es necesario estudiarlo. Esta concepción puede conducir a error, dejando de lado a poblaciones donde también existe el problema.

Se ha visto una estrecha relación entre conocimientos sobre sexualidad, actitudes hacia la sexualidad y comportamiento sexual de riesgo. Por ejemplo, en una revisión de varios estudios empíricos se pudo observar que

«los estudiantes que recibieron educación sexual demostraron tener mayor conocimiento sobre sexualidad y actitudes favorables hacia la misma, evitando en mayor medida las prácticas sexuales de riesgo».

Aquellas personas con actitudes sexuales negativas tendían a protegerse menos en las relaciones eróticas. Es decir, el uso de métodos anticonceptivos (como el preservativo) era menor. En general, se encuentra que actitudes más positivas hacia la sexualidad implican un mayor uso de métodos anticonceptivos.

Las conductas de riesgo sexual mejoran con la educación sexual
(4) – La educación sexual disminuye las conductas de riesgo

 

Algunos programas de educación sexual han observado como mejoraban las actitudes sexuales una vez se había aplicado dicho  programa. Esto supone una serie de beneficios en relación al conocimiento y conducta erótica de los jóvenes. Las actitudes negativas suelen asociarse a una falta de consciencia y percepción de los riesgos que conllevan ciertas prácticas eróticas. Debido a esto, el uso de anticonceptivos es también menor en dicha población.

«Por este motivo, muchos autores resaltan la importancia de la educación sexual en niños y adolescentes».

Educación sexual

La educación sexual se encarga de aportar conocimientos relevantes sobre el HSH. Los conocimientos van dirigidos a personas sexuadas, cada una con su particular manera de expresarse y relacionarse con el mundo. En general, se ha visto que un nivel educativo mayor está asociado con niveles de satisfacción afectivo-sexual más altos.

Ahora bien, si el ser sexuado es una condición que se extiende a lo largo de toda la vida, la educación sexual asume entonces un papel progresivo y transversal. Es decir, que debería darse en todas las etapas y ser llevada además tanto por instituciones educativas como por la familia.

Es cierto que desarrollar programas efectivos de educación sexual sigue suponiendo un desafío. Esto es debido a la complejidad del comportamiento y las dificultades que supone diseñar investigaciones para evaluar su efectividad. Un número importante de autores reclaman una mayor atención en la implementación y estudio de una educación sexual integral. Sus objetivos están encaminados a promover información exhaustiva y científica sobre los derechos sexuales y reproductivos.

Esto implica promover la salud y el bienestar con respecto a:

  • Las relaciones eróticas y afectivas con el otro (incluyendo aspectos como la toma de decisiones, asertividad sexual, comunicación, actitudes hacia la sexualidad…)
  • El cuerpo (aprender a conocerlo y respetarlo)
  • La reproducción y salud sexual (infecciones de transmisión genital y anticoncepción).
  • El respeto y cuidado hacia uno mismo (aceptación de uno mismo, regulación emocional, etc.).

La educación sexual no se aleja demasiado de otro tipo de conocimientos, es más, el poder recibirla de hechos científicos y bien informados es un derecho.

Conclusiones sobre las actitudes sexuales

Las actitudes sexuales son sólo un factor de los múltiples que influyen en como experimentamos la sexualidad. Ya hemos visto que ésta es una construcción compleja. El HSH presenta tres dimensiones (sexo, sexualidad y erótica) que nos ayudan a comprender y profundizar un poco más en la sexualidad.

«Es importante conocer qué somos, sentimos, pensamos y expresamos como seres sexuados».

En la sexualidad intervienen múltiples factores además de las actitud sexual
(5) – En como experimentamos la sexualidad influyen muchos factores

Parece que, efectivamente, el poseer actitudes sexuales positivas, ayuda a tener una satisfacción afectivo-sexual más alta. No sólo eso, sino que se tiende a ser más respetuoso con uno mismo y con el otro. La salud sexual importa y es esencial atenderla y cultivarla. Uno podría preguntarse sobre cómo se podría intervenir antes de que existan problemas o psicopatologías asociadas a este ámbito. Abrir vías hacia la educación sexual podría ser una opción para ello.

También hay que tener en cuenta que la sociedad se encuentra constante cambio. Hoy día están más aceptadas conductas y pensamientos que en el pasado se habían juzgado más negativamente, como por ejemplo: relaciones eróticas sin una pareja estable, el concepto de familia, la masturbación, la homosexualidad, la libertad sexual de la mujer, etc.

Esto da lugar a transformaciones sociales, donde las actitudes más erotofóbicas y conservadoras poco a poco se están desterrando. La liberación sexual, gracias a la lucha por la igualdad, es sólo un ejemplo de esta transformación. Sin embargo, todavía se debe seguir trabajando en este ámbito. Implementar una educación que ayude y fomente el cuidado y salud sexual de los individuos es fundamental para conseguirlo.


Referencias Bibliográficas.

Otras referencias bibliográficas.

  • Briñol, P., De la Corte, L., y Becerra, A. (2001). Qué es persuasión. Madrid: Biblioteca Nueva.
  • De la Cruz, C. (2000). Guía de orientación, promoción y educación para la salud. Educación de las sexualidades: los puntos de partida de la educación sexual. Madrid: Cruz Roja Juventud.
  • Lameiras, M., Carrera, M., y Rodríguez, Y. (2016). Caso abierto: la educación sexual en España, una asignatura pendiente. En V. Gavidia (Ed). Los ocho ámbitos de la Educación para la Salud en la escuela (pp. 197-210). Valencia: Tirant humanidades.
  • Padrón, M. D. M., Fernández, L., Infante, A., y París, A. (2009). Libro Blanco sobre Educación Sexual de la Provincia de Málaga. Málaga, España: Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga

Autora.

Sofía Rodríguez Pantoja

Sofía Rodríguez Pantoja es Graduada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha cursado el Máster en Psicología General Sanitaria y el Máster en Psicoterapia Humanista Experiencial y en Terapia Focalizada en la Emoción en la Universidad Pontificia de Comillas. También está formada en psicoterapia EMDR y terapia breve por la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (SEMPyP). Fue voluntaria en el Centro Joven de Atención a la Sexualidad en Madrid (CJAS Madrid). Actualmente está cursando el Experto en Trastornos Alimentarios por la SEMPyP.

Twitter: @Sofia_psico.


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Sofía Rodríguez Pantoja

Sofía Rodríguez Pantoja es Graduada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid.
Ha cursado el Máster en Psicología General Sanitaria y el Máster en Psicoterapia Humanista Experiencial y en Terapia Focalizada en la Emoción en la Universidad Pontificia de Comillas.
También está formada en psicoterapia EMDR y terapia breve por la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (SEMPyP). Fue voluntaria en el Centro Joven de Atención a la Sexualidad en Madrid (CJAS Madrid).
Actualmente está cursando el Experto en Trastornos Alimentarios por la SEMPyP.